Encuentra a tus autores aquí

viernes, marzo 16, 2012

Jorge Enrique Audoum: Desencuentros con Julio Cortázar


Desencuentros con Julio Cortázar
Jorge Enrique Audoum


es como si lo hubiera visto morirse quince meses atrás o
sea el 6 de noviembre de 1982 cuando enterrábamos a Carol
hacía un frío triste y gris y allí estábamos los amigos
desfilando sobre un suelo movedizo y húmedo de hojas
sucias de otoño como si hubiera servido para otros
entierros u otros otoños
y tras haber echado cada uno una flor -rosas amarillas
había pedido su madre por teléfono- sobre la caja
angosta y pequeñita
nosotros que habíamos enterrado en nuestra vida a tantos
muertos y dándole el pésame a tantos deudos
nos encontrábamos en el cementerio de Montparnasse
con un único deudo solo alto duro flaco
de pie con una gabardina azul bajo el arco de unos
árboles casi decorado de teatro

Como en él todo era grande (sobre todo el corazón) me
hizo sentirme más pequeño con su inmenso abrazo y
su recomendación de que me cuidara
pero en ese instante como si yo no hubiera sido yo sino
uno de sus personajes de esos con supersticiones y
premoniciones causales y casuales
decía me decía ¿ya quién vamos a darle el pésame
cuando él se muera si no a nosotros mismos?
como si él y no alguno de nosotros los otros hubiera de
morirse primero
después los que quedamos nos juntamos los pedazos
prometiéndonos vernos con mayor frecuencia no
dejar que las calles y distancias de parís nos
separaran estar más juntos que antes como para
que nadie llegara a faltarnos
y es precisamente él quien nos falta ahora y estamos
todos dándonos el pésame abrazándonos más
estrechamente que nunca recibiendo condolencias
por teléfono o por correo
sintiéndolo de pronto alIado cuando entramos en un
bistrot o tomamos el metro o escuchamos jazz o nos
ponemos un pullover
y habiendo olvidado en esa oportunidad sus antiguas
instrucciones para llorar
traté a escondidas en difícil homenaje a su memoria de
subir de espaldas la escalera
y he de incurrir en el ya lugar común de decir de
ciertas situaciones o de ciertos desencuentros
sucesivos que parecen un cuento de cortázar
pero la culpa es suya por habernos demostrado que uno
puede pasar de su mundo cotidiano y rutinario a un
universo paradójico con solo tomar un tren o abrir
una puerta

en septiembre de 1982 la Universidad Internacional
Menéndez y Pelayo de españa acordó culminar un
seminario celebrado en sitges rindiendo homenaje a
la obra de Cortázar y entregándole una medalla
Julio no pudo asistir atado como estaba a la cama de
hospital de su mujer (y sin embargo en esos días
escribió dos cuentos de horror sobre el fascismo
argentino)
y por generosidad de los participantes se decidió que yo
recibiera la medalla en su nombre
pero en lugar de entregármela en su estuche el rector me
la "impuso" o sea simplemente que me la puso
o sea que me la quité en seguida porque estaba destinada
a otro pecho
y agradecí no en nombre de  Cortázar sino en el de quienes
éramos sus amigos y hermanos
ese reconocimiento a la obra del gigante "pastor de
palabras" pero también a la del hombre que con sus
largos brazos de boxeador frustrado golpeaba en cada
round la mandíbula de los dictadores
al que le había quitado todas las cáscaras a la realidad
hasta encontrar en ella las semillas de lo imaginario
al doble compañero en quien la literatura y la revolución
se daban la mano comprensivas
a su ejemplar capacidad latinoamericana de ubicuidad
porque estaba en lo esencial de Chile y de Argentina en
Cuba y Nicaragua en El Salvador y Guatemala
tratando en todas las tribunas posibles y desde todos los
tribunales de explicarles a los europeos cómo son las
cosas contra las que se debaten o por las que combaten
nuestros pueblos
yo declaré en aquel acto cordial y solemne que entregaría
a Julio la medalla por lo menos en unión de los
participantes en el seminario radicados en parís -
Saúl Yurkievich, Osvaldo Soriano y Miguel Rojas Mix-
desde la casa de Eduardo Galeano lo llamamos por teléfono
para enteramos del estado de salud de carol y yo le
hice el resumen de la solidaridad de profesores y
alumnos de amigos y desconocidos en ese momento
tenso que estaban pasando esas dos vidas
y le prometí esa fraternal miniatura del acto de sitges
para cuando carol saliera del hospital
pero Carol salió del hospital al cementerio y me pareció
que celebrar la reunión sin ella habría sido algo como
faltar a mi palabra o algo como olvidarla demasiado
pronto

por lo demás Julio se puso sanamente a viajar en seguida

fue al sur de Francia y volvió a Cuba (que le había cambiado
casi veinticinco años atrás las líneas de la mano) y a
Nicaragua (donde "han empujado la palabra cultura a
la calle como si fuera un carrito de helados o de
frutas")
cuando estuvo de regreso yo entraba unavezmente más
al hospital por nuevos incidentes corazonales
y estuve un mes fuera de parís por razones de convalecencia

a mi regreso saúl estaba ausente y Soriano había ido a
hacer una "prospección" en Argentina donde su último
libro disputaba con uno de Julio el primer lugar en la
lista de best-sellers
cuando en junio apareció Deshoras y lo encontré en una
lectura de poemas que hizo claribel alegría conmigo
me pareció llegada la oportunidad que buscaba y le
propuse celebrarlo con la reunión nueve meses
postergada y entregarle la medalla
pero él se marchaba al día siguiente a iIalia y a no sé qué
otros países más
luego vinieron las vacaciones de verano en las que todos
se ausentaron excepto yo que me fui a ecuador en
septiembre y octubre
a mi vuelta la medalla guardada en un cajón del escritorio
me seguía quemando las manos
y decidí dársela aun cuando fuera sin pretexto literario ni
fiesta casera ni invitados íntimos
pero él podía por fin volver a su Argentina en donde tanto
tiempo le estuvo prohibido entrar ya veces ser leído
e iba a hacer un nuevo viaje a Cuba y Nicaragua pasando
por París pero esta vez su médico no se lo permitió
"por el peligro de la enfermedades tropicales" según
Julio que seguía engañándo(se)nos
en diciembre lo encontré en casa de Daniel Viglietti y por
vez primera lo vi malhumorado harto de venir
arrastrando tres años de alergias y seis meses de
leucemia y otros trastornos
cuando al abrazarle le pregunté cómo estaba me dijo
"Mal como de costumbre"
cuando al despedirme le dije que se cuidara me respondió
secamente "I will do my best"
desde entonces durante dos meses fue huésped semanal
de los hospitales
y aún así se dio modos para hacerme llegar en enero
Los autonautas de la cosmoruta amorosamente escrito a
cuatro manos entre él y Carol Dunlop
a comienzos de febrero de paso por parís Eduardo Galeano
me dejó un ejemplar de Las caras y las máscaras que Julio
quería leer "durante su convalecencia"
y Miguel Rojas Mix que en esta historia de hospitales
estaba entonces hospitalizado me hizo saber que por
saúl yurkievich sabía que el cronopio mayor se
acordaba de que no le había dado aún su medalla

Julio ya no quería que se lo visitara en el hospital pero
alfredo guevara logró hacerle llegar el testimonio de
solidaridad de cuba que ponía a su disposición un
avión y toda su capacidad médica
aunque sabíamos o sospechábamos o temíamos que fuera
demasiado tarde
en la noche del sábado 11 de febrero le escribí unos
renglones recordándole que por viajes impostergables
ausencias intempestivas e idas y vueltas suyas y mías
a los hospitales se había postergado la entrega de ese
símbolo de admiración y reconocimiento de la
universidad española a la limpieza de su vida y la
limpieza de su obra
pero que se iban acumulando en mi poder cosas que le
pertenecían
y que se las enviaba con alguien para que por intermedio
de Aurora Bernárdez -que había sido su primera
mujer y era su última entrañable enfermera- las
recibiera el domingo a las cuatro de la tarde
pero el domingo se estuvo muriendo desde las cinco de
la mañana hasta que hacia el mediodía un médico
tardíamente compasivo le puso una inyección para
que no le dolieran más el corazón ni el resto
esa noche vi en su casa de reojo el estuche con la medalla
el libro y la carta

justo un año antes él había hablado del "término del
periplo de una vida que entra en su ocaso [...] al fin de
un larguísimo viaje por las tierras y los mares del
tiempo"
no nos parecía a nosotros que hubiese sido tan largo pero
ahí estábamos enterrándolo el martes con un solecito
frío de invierno en una caja larga y ancha capaz de
contener al gran hermano mayor aunque con la
impresión de que había tenido que empequeñecerse
para pasar por la muerte sin bajar la cabeza
nos fue imposible convencer a los empleados de pompas
fúnebres de que la familia éramos nosotros cuando
nos pedían que nos retiráramos
y volvimos a abrazarnos más estrechamente que la vez
anterior
sintiéndonos que a pesar de estar todos juntos nos
habíamos quedado un poco más solos
(Carol había muerto el 2 de noviembre "Día de los fieles
difuntos"
Julio fue a reunirse con ella -bajo la hermosa sábana de
mármol que había tallado Luis Tomasello- el 14 de
febrero "Día de los enamorados"
dejo constancia de ello porque para él esas cosas tenían
significado )
1984

 
Tomado de "Antología poética" de Jorge Enrique Audoum
Visor 1998

No hay comentarios.: