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lunes, noviembre 14, 2011

Lourdes Franyuti: Joaquín Sabina, EL PENÚLTIMO TREN


Joaquín Sabina: El penúltimo tren
Lourdes Franyuti

                    La clave del éxito en un triunfador: “Disfrutar su trabajo agradeciendo a su equipo de colaboradores”. Con esta actitud, el polémico y controversial poeta Joaquín Sabina inició su concierto, dejando ver en su rostro un tanto delgado y demacrado, la alegría de pisar el escenario del Auditorio Nacional en su cuarta presentación de la gira titulada “El penúltimo tren”.
¿Qué pensamientos guardó Sabina debajo de su sombrero de bombín negro y qué sensaciones experimentó su cuerpo al rosarlo con su vestimenta estrafalaria: camiseta rayada en blanco y negro, pantalón color fresa y saco negro? Sin lugar a dudas, la noche del 8 de noviembre, su corazón y su mente se entregaron por completo al público mexicano que no paraba de cantar su repertorio.
 Entre canción y canción brotaban poemas de sus labios que tocaron la sensibilidad de los casi diez mil presentes, iniciando con Esta noche contigo, siguiendo Tiramisú de limón, virgen de la Amargura y Ganas de. Continuó cantando y se dio un espacio para charlar brevemente, reconociendo que su punto débil fue y seguirá siendo: la mujer.
¿A quién le cantó Joaquín Sabina? En su trayectoria, la mayoría de sus canciones y su poesía se han concentrado en la mujer vestida de muchas maneras: Como Chica Almodóvar, como la Magdalena, como Más guapa que cualquiera, como princesa de la boca de fresa, como Rubia platino, como Aves de Paso… En este último caso, ¿es factible que las aves de paso puedan ser comparadas como pañuelos cura-fracasos? Si bien es cierto que las mujeres podemos ser reconocidas como tales, de igual manera podemos convertirnos en un arma de doble filo para los hombres: la tardanza de éstos en aprender a olvidarnos, diecinueve días y quinientas noches 
Dos sorpresas dentro de su recital: La primera e inesperada, la presentación por parte del poeta de una gran mujer, quien seguramente muchos de los asistentes la conocían por sus obras: Ángeles Mastretta, autora de la novela Arráncame la vida, mismo título que cantó a lado de Sabina. Una sola frase con la que agradeció su participación: “Ángeles, no te divorcies de Héctor”, refiriéndose al escritor Héctor Aguilar Camín.
La segunda sorpresa: La aparición de Alejandro Sanz en el escenario, cantando a dúo: Princesa. Aplausos, gritos, silbidos y piropos para los dos cantantes españoles se escucharon en todo el recinto.
Los músicos que acompañaron a Sabina: Panchito varona, Antonio García de Diego, Jaime Asuá y la andaluza Mara Barros,  hicieron de la noche un viaje por el recuerdo y la melancolía: El penúltimo tren pasó por Contigo, Y sin embargo, Peor para el sol, Noches de Boda, Medias Negras y cuando hizo la parada en Llueve sobre mojado, la multitud lo ovacionó, parándose de sus butacas.
Tres veces se despidió y las mismas tres veces Sabina regresó a su público repitiendo la frase “No nos queremos ir”. Ya con la voz cansada, cantó las dos pedidas y exigidas por los asistentes: La del Pirata cojo y Pastillas para no soñar con sus infalibles instrumentos musicales: El bombo y platillos.
Y nos dieron las diez y las once disfrutando del espectáculo. Dos horas y treinta minutos fue su duración. Un evento que para la mayoría de los seguidores del famoso poeta, desde adolescentes hasta sus mismos contemporáneos superó las expectativas. Joaquín Sabina, de sesenta y dos años, pasando hace unos meses por diverticulitis logró llenar a toda su capacidad, el cuarto y último concierto en el Distrito Federal.
La pregunta queda latente: ¿esta gira es para Joaquín Sabina su penúltimo tren? Él afirma que sí lo es, para no caer en el término “último”. Para sus seguidores (me incluyo), el viaje no reconoce tiempos ni fronteras: su música y letra se recordarán por siempre, no solo por el bulevar de los sueños rotos, sino por las vías del tan joven y tan viejo tren.

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