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jueves, noviembre 03, 2011

Leopoldo de Quevedo y Monroy: LA POESÍA ES UN CONCIERTO DE PIANO O DE VIOLÍN



LA POESÍA ES UN CONCIERTO DE PIANO O DE VIOLÍN
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy

Colombiano

Cada palabra de los idiomas tiene timbre y voz propia. Entre las demás se distingue por su cadencia, gravedad, brevedad o fuerza. Cuando el humano la usa para escribir o hablar, se iergue, levanta la testa o susurra como la abeja o el colibrí ante la flor o el viento. La palabra es ola suave o tormenta, rocío y fuego, movimiento o hielo. Cuando el escritor toma una cuartilla o delinea las formas de las palabras en el plasma debe tener cuidado porque puede desencadenar una hoguera o entonar una sinfonía eterna o provocar la erupción de un volcán en el averno.

 ¿Por qué Cicerón no escribió sus Catilinarias en verso, por qué Ovidio y Virgilio y Emily sí lo hicieron cuando cantaron los amores, a los montes y a los lirios? ¿Por qué una crónica, un perfil, una novela se escriben de corrido por los renglones de la página y se llama prosa? ¿Y por qué la poesía se escribe en cortos períodos, casi como la partitura de un himno o una sonata, quebrados sobre la espalda lisa de la hoja y se llaman versos?

La prosa es fluida, rueda como el agua del río, puede llenar un estanque, una laguna o convertirse como el Ulises de Joyce en un mar de palabras o en un sartal de historias que duren mil noches más una más. La prosa no tiene pies, ni tiene en cuenta hasta once sílabas ni tiene nombres especiales. Puede ser hilillo como el minicuento de Monterroso o alargarse en 20 libros como los monstruos y aventuras de Harry Potter o las montañas de elucubraciones de Tomás de Aquino en la Summa.

En dos versos y sin título cantó Catulo a profundidad los tormentos que causa en el amante el gusano del amor. Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris./ Nescio, sed fieri sentio et excrucior.(1) Odio y amo. Por qué lo hago, tal vez preguntes. No lo sé, pero siento que ocurre y me atormento. Dos o tres toques del brazo del arco sobre las cuerdas del violín bastaron para expresar la antinomia de tan hondos sentimientos. No fue necesario un largo discurso ni emplear una letanía de adjetivos. Ocho verbos fueron suficientes para expresar la paradoja con belleza, ardor y música dolida.

 La poesía es un instrumento que produce sonidos en el tímpano del alma. Es laúd, cítara, balalaika, arpa, bandola, clarinete, cello, platillos, bombo, corneta o corno, violín o piano. O toda una orquesta sinfónica junta como la Odisea o la Ilíada. Tal vez nunca conoceremos el instrumento que tocó un poeta en su poema pero la armonía entrará a nuestro recinto y se quedará como el perfume. Y si para el sonido no existiera un elemento que lo reprodujera, el poeta en el verso con dos o tres palabras es capaz de recrearlo.

Nadie besará tus muslos de brasa.
Ni a tu cabellera llegarán los dedos
que la pulsen como
las cuerdas de un arpa.(2)

 Reproduce los sonidos del riachuelo, del río bravío, del lago por la tarde, de la cascada del Niágara en primavera, o del mar que juega con la ribera por la noche y aloja en su seno a las estrellas. O también recoge en sus palabras y versos la balada de la oveja cuando nace, del cervatillo cuando roza las hojas en la selva o del león cuando corre encrespado tras el venado. Los sonidos de la vida están prendidos como una hiedra en los versos de García Lorca o de Neruda, de Alfonsina o de Miguel Hernández.


Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.
Ah silenciosa!
He aquí la soledad de donde estás ausente.
Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.
El agua anda descalza por las calles mojadas.
De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas.
Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma.
Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.
Ah silenciosa!(3)

Un poema puede sonar como a selva a medio día o cuando duerme con sus fieras y el follaje está callado y vigilante. Puede tronar o dejar oír cómo caen las gotas en la lluvia y cómo van a descansar entre las lianas del costado de la quebrada.

 La Poesía toda tiene inmersa la musicalidad del Universo. Cualquiera que la lea o la recite sentirá en su oído los retozos de la ele con la a, de la r que besa a la i, o el codazo de la ola a la roca. Sentirá el roce de la nube con el ala de la gaviota o el zumbido que hace abrir la corola de la flor. Oirá la exhalación del suspiro del amante cuando abraza o captará el mensaje de tristeza que envían los labios cuando susurran al pañuelo que se agita en la mano de la despedida.



Pellejo muerto, el sol, se tumba al cabo
como un perro girando sobre el rabo,
la tierra se echa a descansar, cansada.

Mano huesosa apaga los luceros:
Chirrían pedregosos sus senderos
con la pupila negra y descarnada.(4)

Dejar entrar la melodía que llega de un verso  a nuestra casa, brindarle un vaso de agua y seguir bebiendo el vino que nos ofrece… ah… se pueden escanciar mil toneles. La poesía despierta, hacer vibrar, enamora, hace brotar lágrimas del vidrio seco. Siempre será un mendigo que regala sus ojos y sus dientes de nácar, una mujer que ofrece el eco de sus ruegos, un piano por el que ruedan los dedos de Chopin o de Vivaldi o un violín que frotan Paganini o Nemanja Radulovic para que salten a la escena fantasmas verdes o el sol con cara negra.



(1)CATULO, Gayo Valerio. Carmen 85. En: http://www.leergratis.com/otros/odi-et-amo-catulo.html
(2)GARCÍA LORCA, Federico. Elegía. En: http://www.los-poetas.com/a/lorca2.htm#ELEGÍA
(3)NERUDA, Pablo. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Poema 8. En: http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/20poemas.htm
(4)STORNI, Alfonsina. Paisaje de amor muerto. En: http://www.poemas-del-alma.com/razones-y-paisajes.htm




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