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martes, febrero 08, 2011

Alicia Dorantes: Haiti: Galletas de lodo...

Haití: galletas de lodo…
Alicia Dorantes

Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala
es el silencio de la gente buena.
Gandhi

El terremoto del 12 de enero del 2010, de Haití, azotó el corazón económico del país y enterró bajo sus escombros gran parte de los medios de sustento de la nación; los avances alcanzados en la década anterior en la lucha contra la pobreza quedaron reducidos, como la capital, a escombros. Alexandre Abrantes, enviado especial del Banco Mundial para Haití, mencionó: «En cifras frías, las pérdidas y daños alcanzaron los 7.900 millones de dólares, el equivalente al 120 por ciento del producto interno bruto del país».
El movimiento telúrico causó tal cantidad de pérdidas humanas por la alta densidad demográfica, pero también por la miseria del país. Haití era y es, el país más pobre de América; el peor preparado para enfrentar un desastre y el que continúa en las condiciones más deficientes para emprender la reconstrucción. Luego del sismo, la comunidad internacional unió esfuerzos para ayudar al país a atender sus necesidades más urgentes. Los trabajadores internacionales de socorro salvaron miles de vidas, atendieron a los heridos, acogieron a más de un millón de desplazados durante un año entero y les abastecieron de agua, alimento, servicios de salud y educación. Los esfuerzos de limpieza y reconstrucción han continuado, pero el avance es mucho más lento de lo que cualquiera esperaría, obstaculizados además, por huracanes; elecciones presidenciales confusas y turbulentas en las que el pueblo de Haití no confía en sus resultados; de haber confianza, garantizaría cierta estabilidad y fomentaría el apoyo internacional. A esto, se suma un brote de cólera que iniciado en el mes de octubre del 20l0, ha cobrado hasta la fecha más de 4.000 vidas.
A un año del terremoto, la mayoría de los desalojados viven aún en campamentos temporales; de ellos, casi 400,000 son niños. La comisión para la recuperación de Haití, presidida por el primer ministro, Jean-Max Bellerive, y el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton, enviado especial de la ONU para Haití, lidera los esfuerzos para proporcionar alternativas habitacionales y de servicios. La comunidad internacional reaccionó de una manera increíble. Según Naciones Unidas, a fines de diciembre de 2010, ya se había entregado alrededor de la mitad de los 5.300 millones de dólares comprometidos por los donantes.
Tiempo atrás, antes del terremoto, escribí algo acerca de «Haití y las galletas de lodo»; en Haití, para mitigar el hambre que devasta al país, elaboran y comen galletas de lodo. La primera vez que escuché la noticia, la juzgué como una broma de mal gusto, pero resulta que es cierto.
Jonathan M. Katz, -Associated Press-, publicó un artículo en El Universal, con ese mismo título. Relataba: «En los barrios marginados de Puerto Príncipe, la capital de Haití, los más pobres consumen galletas de lodo, elaboradas con tierra seca, sal y mantequilla vegetal. Era la hora del desayuno en uno de los tugurios más miserables de Haití, y Charlene Dumas comía lodo. Con el aumento de los precios de los alimentos en el mundo, muchos de los más pobres no pueden comprar siquiera un plato de arroz por día y algunos apelan a medidas desesperadas para engañar el hambre. Charlene, que a los 16 años tiene un hijo de un mes, recurrió al tradicional remedio haitiano para el hambre apremiante: galletas confeccionadas con tierra seca de la planicie central del país».
El 14 de Junio de 2009, Miguel Feria Rodríguez publicó otro artículo similar: «Haití  negada». Dice el autor: «La situación que viene sufriendo Haití después de los últimos huracanes, cada vez en mayor número quizá por el efecto del cambio climático (97 por ciento de la masa forestal destruida), y la terrible alza de los precios de los alimentos de primera necesidad, hace que ocho millones de personas se estén muriendo de hambre ante los ojos del mundo. En la actualidad se pueden ver a la venta por toda la isla las famosas ‘picas’, tortas de barro amarillo, recogido en la zona central del país, y mezclado con aceite y sal. La ingestión de estas galletas de barro conlleva un enorme riesgo para la población: metales pesados, parásitos, virus, bacterias y otras amenazas para el organismo. No todos pueden darse el ‘lujo’ de comprarlas pues cuestan en la actualidad 5 céntimos cada una (…). Los gobiernos corruptos e inoperantes –continúa Feria-, han hecho que la población deambule de un sitio para otro sin trabajo y sin comida, supeditados a la ayuda humanitaria».
Galeano, escritor uruguayo a quien le duele y le ha dolido siempre su América Latina, aumenta: «Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava. En ‘El espíritu de las leyes’, Montesquieu, lo había explicado sin pelos en la lengua: ‘El azúcar sería demasiado cara si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro’». Fin de la cita.
Hace menos de una semana, CNN, señaló los regalos que con motivo de La Navidad, recibió el Presidente Obama: el más costoso, fue el enviado por un monarca árabe, el segundo en alto costo, el enviado por el Presidente de Haití… Seguramente no sabe dicho mandatario, que su pueblo come galletas de lodo y muere de hambre y desesperanza.

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