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jueves, enero 20, 2011

Enrique Patricio: 0.0.0.0.13

                                                                 0 . 0 . 0 . 0 . 13


                                                                                                                     Enrique  Patricio


Introducción


Ésta –imponderables internautas amantes de la varia información global—, amén de ser una cordial invitación para un abordaje “con patente de corso” (aun cuando esto no sea  “wikileaksquiano”, igualmente ya está ahora de todas maneras en este cibernético hiperespacio super abierto de hoy; acaso el no censurable digo yo –por lo menos eso creo hasta el momento—, y que es el que se da en las alas de lo creativo), cabe considerarle primordialmente como una más que formidable oportunidad para que reflexionemos un poco –aunque sea nada más un poco— sobre de la descodificación realizada recientemente y hecha pública no hace mucho por parte de un selecto (selectivo, reducido…) grupo de expertos en su “materia” que se autodenominó a sí mismo como “científicos de la emoción científica”. Pues bien, ella se centra justamente en la(s) cifra(s) o numeración de un sistema calendárico que precisamente da título en esta página a la grosera divulgación que hago de su labor pseudocientífica –y aún más grosera y vulgar es, fundamentalmente por hacer a su vez aguda o más bien, grave crítica de ella—, es decir, a raíz de ese 0.0.0.0.13, un sistema que responde en consecuencia para ese conjunto de sabios especialistas en lo “emocional-científico” (sic) en un novedoso concepto (idénticamente “emo-científico” ha de tener que ser) fundado prácticamente desde el hallazgo mismo, o sea, desde el descubrimiento de una (valga la redundancia) muy especial partícula de fino “polvo” abonado por el tiempo (¿un “visible” neutrino, acaso?) y que, con un peso estimado en 0.00000000000000000001 micras de gramo, fue “revelada”  en ese tesoro mesoamericano que es el códice Tzolkin. (Nota: Este calendario maya nos habla de toda posible permutación astral que se desenvuelve de la matriz cósmica de donde emana la energía universal. Movimiento y medida es, pues. Regido está bajo una conceptualización matemática, astrológica y filosófica. Es, en suma para el mundo maya, el símbolo de la armonía universal entre la oscuridad y la luz).


¡Oh, divina pátina del tiempo!


Hemos de reconocer aquí que mucho de lo conseguido hasta hoy se logró gracias a los actuales –ya muy potentes— microscopios de sofisticada creación tecnológica empleados en la observación de ese cosmos pequeñito  --muy similar al de los seres humanos en sus relaciones con lo(s) demás— que si no, seguramente nos habríamos perdido de saber que, irónicamente contraría lo encontrado  –sí, pero ¡brutalmente!--  incluso hasta el ciclo de ciclos maya concebido por los astrofísicos del pasado (mismo que acontece cada 26 mil años con la completa rotación del sistema solar; la Edad –“aniversario”—  del Tiempo nuestro). O sea, ello es así porque todo se debe a que el bakctún 13 ó 13 baktún (unidad de tiempo mayense es el baktún; un total de 13 baktunes equivale a 5 mil 125 años) aquí,  en este sistema numérico que proponen los emo-científicos  nos aparece representado al final y no al principio, como si fuese una especie de antibactún o contrabactún (ojo, el punto más alto en el cielo está representado por el número 13 para los mayas). En otras palabras, este continuo analizado no correspondería entonces –según son sus cálculos hechos— a ningún plano “visionario” (cual serían las conocidas épicas mitológicas-históricas como las del Popol Vuh, las del Chilam Balam, las del códice Tri-Cortesiano, etc.), no obstante profetizan ellos también al interpretar eso entonces no ya como la “culminación de una era y el inicio de otra” sino sólo como una imagen apocalíptica de fin de mundo; es esa su visión “cosmosional”. No cabe ahí ningún sentido cíclico si el 13 bactún no está al principio, a la izquierda, como en la “cuenta larga” del tiempo (esa notable organización matemática de mira telescópica de un sistema solariego, operable con una gran hondura de visión “sideralizada y sideralizante” --por astronómicamente veraz—que deviene en una escritura clave, críptica y simbólica dentro de sus anales, y como un resultado final de ello  –que en realidad es un principio— que apertura esa cultura, una fina joya de relojería que trasciende a una suprema filosofía de vida).
          Entonces diremos,  trata este estudio emo-científico, tal vez, ¿de la existencia de un mundo gemelo al nuestro pero, al revés? Donde los días, los meses, los años…, todo, todo está cambiado. Pues, según estos científicos de la emoción científica…, así es. Mas, es únicamente ¿por qué 13.0.0.0.0, evidentemente no se parece a, 0.0.0.0.13 (si bien eso es verdad) o,  p. ej., a que supuestamente es su “inverso” proporcionalmente hablando (esto, también ¿es cierto?), como para que valga decir que eso implica, intrínsecamente, que ya no (¿¿¿ ) se completará o terminará un ciclo para pasar a otro, en principio (entendido como recomenzar en una mejor posición que antes; esto siguiéndole el paso a una ley elemental en la física que nos dice que el movimiento espiral es una propiedad universal de toda materia viviente en moción). Equivale sí, en cambio, a la anulación de la circularidad, a una fulminante aniquilación de los ciclos y de toda referencia espacio-temporal conocida cuando alegan que simple y sencillamente se llega a un término… y, punto (un Cerrador cerrado del Tiempo, proponen). Pero, antes de proseguir diciendo cómo fue que “comprobaron” tal acontecer , quiero referirme primeramente en forma escueta al cómo se detectó la inconcebible “señal” de este magno  y (emotivamente) celebrado “hallazgo”, en torno de que “es más que probable que no habrá ningún nuevo orden cósmico” para el planeta, ya que éste no vivirá o morirá lo que lo hace vivir. Pues bien, todo comenzó al través de un destello fotónico que emitía aquella sui generis partícula. He ahí que se habla de un cuerpo lumínico y diminuto (para ese momento posiblemente no manifestado en su mínima expresión) con una imagen tres veces tridimensional y bajo ese “estado”, geométricamente fractal; lo que bien pudiera ser, intentando comprenderle: ¿algún novedoso fotograma en un programa comunicacional de punta? o, ¿un ectoplasma? o, ¿un holograma?... Tal vez. Ahora, en cuanto a su diseño o composición visual-estructural se puede apreciar lo siguiente: bien verle a modo como de una “figura” de grano de maíz, de un lado digamos; así mismo, comprendida como una ”figura” que representa tano a las hojas como al tallo de esa gramínea, vale decir que por otro lado; y, a su vez, se presenta como la “figura” de una preciada y dorada mazorca, en algún otro lado (lo cual es un decir, porque indistintamente una “figura” representada desaparece y aparece en otro lugar y otra ocupa su lugar) ¿Un auténtico trifronte? ¿Una incipiente y desconocida Medusa?... Todo lo cual, sin duda, despertó aún más la afinada curiosidad de esos hombres y mujeres de la tan “blandita ciencia”, sí, la de lo “emocional-científico” (pues estos “científicos” son los que no han entendido en su justa dimensión aquello de que “toda objetividad es subjetiva” –por la memoria, por la experiencia, por el lenguaje,  etc.— y lo han llevado a su extremo, toda vez que trasladan todo el orden de las cosas para decir simplistamente que todo lo subjetivo es objetividad…) . Y hasta aquí, para volver  a la “comprobación” que dejamos inconclusa líneas arriba. Diremos que fue extraído y no sin dificultad aquel “objeto” semi granulado del citado magno calendario de todos los tiempos, y pudieron (¡increíblemente!) corroborar sabia e inmediatamente (por no decir mágicamente), por los caracteres en él contenidos (que, punto y aparte, presumiblemente son la característica inscripción numérica que utilizó el señorío dinástico del Mayab) que no concordaban los guarismos con la señalada cuenta calendárica (nuestra), sea con el sistema 13.0.0.0.0 entonces, que está a punto de ocurrir efectivamente, más acá en el almanaque (el gregoriano) y más allá del oráculo (de lo zodiacal) el 21 de diciembre de 2012 cuando se cumplan los 13 ciclos exactamente –deparándonos según, nada menos que el más grande holocausto jamás visto, como porvenir—. Verdaderamente aviene así, ¿una fecha maldita?... ¿Por qué? Pues porque así lo presagian ellos ha de ser, es decir,  decimos de quienes no toleran al parecer, los presagios. Son acaso, ¿algún tipo de neo profetas? Arguyen que como expertos, sí, que como conocedores del tema son los más autorizados para decir la verdad. Y así tenemos que, simbólicamente viene a representarnos 0.0.0.0.13, o sea, la consabida inversión en los dígitos encontrados entonces, no otra cosa que la fatídica hora del Fin del Mundo o Fin de los Tiempos (lo cual parece querer decirnos también que, un Mundo del Fin, el de ellos idénticamente sobrevive con nosotros). Asumiendo así ese experto conjunto de lo teórico-telúrico, sencillamente cierta potestad sobre el futuro. Y esta aseveración tajante de su parte –sinónimo seguramente de un notable código de ética—, por otro lado ha encontrado más eco en el “mundo” mass mediático (ya que hay que vender antes de que se acabe el mundo “nuestro” o, mejor aún, aunque se acabe; paradojas del destino) por su enfoque, que tradicionalmente es sensacionalista y tenemos  así ese encantador anuncio (encantador por terrorífico, valga decir) que nos ha estado bombardeando últimamente la conciencia a mañana, tarde y noche, haciendo mella en ella con imágenes que, ya sean literarias o visuales (como algún  “panfletario” cartel con escenas fantásticas por fantasmales o, ya  con una mayor elocuencia en el séptimo arte, por ejemplo), y/o a través del oído en charlas y conferencias, etcétera…, y bueno, así.  Como para que entendamos, finalmente, que no quedará semilla alguna sobre la faz de la Tierra (porque ni siquiera la habrá para cultivarlas). (No cabe duda,  se trata de un alarde más de las sagradas vías publicitaria y de marketing en Occidente; pues otros pueblos del orbe, se pregunta uno pues, sin esa tendencia mundializadora o, más específicamente monopolizadora –léase, pérfida “globalización”,— ¿sabrán que se acerca ya el fin del (mundo?)…


Una resucitación artificial ¿”espectral”?


Muy a propósito, ¿trátase en verdad de alguna clase de polvo cósmico éste, desarrollado en la Tierra?... Y si simple y llanamente no responde a otra cosa la dizque proyección, sino más que nada a un error en términos puramente astrológicos, es decir, antes que pensar por ejemplo, en un posible yerro astronómico por algún lado en el cálculo de la décima dimensión a la cuarta potencia. Habría que ver si únicamente fue una mala anotación en la octagésima diezmilésima parte del recorrido en el desarrollo infinitesimal del cuadrante correspondiente a 0.0.0.0.13, precisamente provocado por el paso del tiempo invertido en la aplicación de la(s) prueba(s). Quizás así fue (¿un avatar del tiempo?) ¿Quién lo puede saber? Ahora que, si efectivamente fue polvo interestelar aterrizado en salvo sea el sitio (del que ya especificamos ubicuidad),  ¿exactamente de dónde provino?... y, ¿cómo es que llegó justamente allí?
          Por lo pronto nos cuestionamos incisivamente, entre otras cosas, con las siguientes: ¿Qué aleación posee; si es que tiene alguna?, ¿a que prototipo conocido refiere?, ¿es propulsado?, ¿se corroe o descompone?, ¿es que no hay parangón alguno respecto de él?, ¿es trifásico y/o es trifácico?, ¿es un acalefo virtual, o qué?... Preguntas y más preguntas que, de cualquier manera, si es que las hubo se quedaron en el tintero sin consideración alguna en su investigación. Verbi gratia: ¿Quisieron o no saber su fuerza, su energía, su potencia (algo más que sólo emotivamente)? No lo sabemos a ciencia cierta. ¿Examinaron o no su intensidad luminosa? No conocemos el dato. ¿Tal vez tomaron su “temperatura”, su “permeabilidad”? ¿Cómo saberlo? ¿Estudiarían quizá su “carga elemental”, su “masa atómica”, su “calor latente”, su densidad como “sustancia”, su “resistividad como conductor”, su “permisividad relativa como dieléctrico”, su “período de desintegración radiactiva”, etc.?..., pues no lo sabemos. Entre tanto sí podemos afirmar, por otra parte, que en él usáronse para “su cabal observación” (aunque se diría que muy semi profesionalmente, o más bien, de forma por demás amateur, por lo que se verá a continuación), desde choques eléctricos combinados con rayos gamma y alimento para gato –por la mascota de dichos especialistas—, que sirve  de sencillo ejemplo de lo aplicado, hasta otras fórmulas más elaboradas de preparación, como una peculiar mezcla, cabe citar, de pomada de concha nácar, ungüento antiartritis y jarabe para la tos. Además de la prueba de los espejos y… bueno, cosas así por el estilo. En realidad todo un (des)balanceado menú “muy rico” en opciones; es más, todo ello aplicado sin test alguno de por medio para recabar la información, sino sólo “dejándose llevar” emotivamente y …  nada más. De manera tal que nunca llegarían a modificar su visión “oficial” emo-científica, esa filosofía de la emoción de equipo sobre el “sujeto” experimental. Aunque se desconoce todavía en estos momentos si las técnicas, los métodos, la organización en suma, ideados y utilizados en el mismo extravagante ejercicio” profesional” durante los diez días con quince minutos y un segundo (tiempo que duró el minucioso examen), fueron realmente creados --amén de ¿ejecutados?— por ellos mismos; lo cual es igual a decir, de un modo del todo conscientes…


Toda profanación conlleva su “maldición”


No obstante que ya advertimos de la mencionada como “nueva” o “no tradicional” forma de investigar hoy día, más que comunicacionalmente –esto por cuanto al funesto vaticinio, pero en “base” a un muy respetable aparataje astrofísico del mundo precolombino— habría así mismo que aclarar lo siguiente, en  lo tocante entonces a los esforzados emo-científicos (hombres y mujeres sí, con una abnegada y sacrificada disciplina emotiva, pero en una más que harto ingenua labor de buena fe científica y sólo eso),pues bien,  ¿qué fue lo que obtuvieron en consonancia:  por el máximo despliegue de sus fuerzas alcanzado, dado el elevadísimo grado de abstracción mostrado en el terreno binario y por sus sofisticadas ecuaciones emotivo-mentales de múltiple grado, pues un deterioro cerebral provocado desde una primera instancia, es decir, con la adaptación a “lo anti-natural” del “objeto” en ciernes –claro está que sobrenatural o antinatural es para todos—; y en una segunda instancia, o sea ya la de la intervención, fue que comenzó a manifestarse potencialmente esa gran descomposición cuerpo-mente y, por tanto, el total decaimiento físico e intelectual se produjo  poco más adelante en ellos de manera irremediable; y así tenemos que hoy es más que evidente como un fenómeno del todo  extraño eso que les pasa (aunque esto sucede regularmente cuando un sueño se convierte en pesadilla, es decir, cuando se termina con el emotivo sueño de querer ser alguien a toda costa). Es notablemente mayúsculo lo que les pasa, es grave totalmente. Entre otros  padeceres  contamos, por ejemplo: parálisis, transfiguraciones, desconocimiento de todo, babeos, contorsiones, espasmos, evacuaciones no controladas, etc., que permean a un grupo ya sin espíritu de supervivencia alguno. Y, según dice la gente común, que es por aquella lúdica labor llevada a cabo, la que les trajo como consecuencia el detrimento de todas y cada una de sus capacidades, desde las motoras hasta las mentales, una “maldición” pues, dicen les cayó. Un ejemplo más –nada más como referencia importante—. se efectuó en el transcurso de dichos acontecimientos una gradual reducción del cerebro hasta alcanzar la forma y el tamaño de una vesícula biliar (aunque sin la característica funcional de dicho órgano, queremos creer, pero sí decir que además de viscoso es gelatinoso). Algo verdaderamente revolucionario pasó ahí, y no sabemos qué. ¡Ah!, y olvidaba por un momento decir también de la disminuida visión nocturna que consiguió a su vez el minino, pues estuvo siempre presente en los hechos, de éste se sabe además, que no sólo tropieza a cada rato con objetos y personas en la semioscuridad, cosa que lo irrita demasiado y por ende araña todo lo que esté a su paso, sino que además en esta su minusvalía es ahora su deseo animal más ferviente no salir por las noches del laboratorio (su hogar) por temor a ser cazado, a ser presa fácil de los depredadores nocturnos. Cabe esperarse actualmente, en lo que respecta al equipo involucrado, el trágico desenlace llevando como lleva éste una vida vegetativa cada día más precaria, decadente; producto todo ello, al parecer, de sus atrevidos excesos senso experimentales. Aunque lo más lamentable que les pudo haber pasado quizás haya sido la pérdida de todo reflejo emotivo… (sin duda).


Una conclusión (aún no “concluyente”)


Así pues, dado este caótico estado de cosas ya comentado, respecto a lo que está detrás de la notificación publicada como decodificación de 0.0.0.0.13, esto es todo lo que pienso decir mediante este barómetro (evaluador) de su difusión (y no lo dicho por ellos). Pues configuran en su conjunto las notas periodísticas de divulgación “científica” de tal concepto, una composición inorgánica, inacabada, sentenciosa. Tan devaluada en su concepción, que lleva naturalmente a la incredulidad por su vana argumentación. Y sean cosas  esas de un delirio colectivo o no, lo que sí cabe aceptar por todo lo alto como razonablemente aceptable es que si es o son descabellada(s) o no esa(s) cifra(s), sí es técnicamente intraducible a un código profético apocalíptico. En sus mismos términos es más bien irreal, nada veraz.
          ¿Cuál habría de ser el alfabeto indicado para hacer traducible su descodificación? ¿Ascendente o descendente ha de ser su lectura? ¿Cuál su comienzo su comienzo y cuál su final? (O sea, como ejemplificación de esto, ¿se iría del comienzo al final o viceversa?). ¿Es acerca de una desmantelada realidad de la que se habla, o ha sido en realidad sólo la construcción de una “muy seria” ficción?... Por otro lado: ¿De qué género de “génetica” hablamos con el “objeto” trifronte y maicero? ¿Son distintos los “cuerpos” o “figuras; la del grano, la del tallo y las hojas, y la del elote; o es uno solo, tridimensionalmente hablando? Y en la parte de irresponsabilidad de los autores, por sus malísimos métodos y peores interpretaciones, ¿ameritaban pasar por lo que han pasado, se lo merecían emotivamente en verdad?, ¿ valió la pena tanta irreflexibilidad?... Pues aunque expuestos de una manera aparentemente coherente, lógica los supuestos planteados por ellos dejan mucho que desear y más parecen cosa que mueve a risa que tratarse de un buen trabajo de análisis para esta nueva “ciencia”, como queda demostrado fehacientemente con ese cuasiacertijo de exquisita filigrana milpera… (Así las cosas con el tan penoso “estudio”).


¡Extra! ¡Extra!
Nota de (la antepen)última hora


En los precisos instantes en que finalizaba de escribir este escrito se ha dado ha conocer públicamente la noticia siguiente (al tiempo): Ahora se sabe –según un diagnóstico médico— que lo que ocasionó todo fue el hecho de que descuidadamente (¿emocionadamente?) alguien dejó caer al estar revisando (ojeando) el Tzolkin, residuos  de  ”comida chatarra” dizque de maíz (¿transgénico?) –de esos cuya bolsita tiene una llamativa presentación con una imagen en tercera dimensión—,  restos decía revueltos entonces, claro está, con polvo acumulado por siglos. Y eso fue el detonante de los serios trastornos por los que atravesaron intoxicadamente su tiempo de estudio… (Moraleja: Que sea de provecho, digo yo, como para que no se sigan “desempolvando” así como así los viejos mitos; por la cantidad de inexpertos que hay para su adecuado manejo. Pues luego, luego los “mal vomitan” (y lo que es más grave es que nos podríamos ir quedando sin “científicos”, de envenenarse muchos más también…). Sería en todo caso muy recomendable para los fundadores de esos mitos postmodernos –léase, los traficantes de señalados viejos mitos para ¿invento de las falsas profecías?— que, en su defecto, mejor sólo consumieran frutas y verduras sin hojear documento alguno –no sólo las ruedas del tiempo tales como este Tzolkin o el Haab, etc.— así no enfermarían cuidando mayormente de su salud tanto física como mental dentro de esas sus tan emocionadas y emocionantes aventuras “científicas” suyas que segurito, pervivirán a través del tiempo. Así sea).

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