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miércoles, febrero 17, 2010

María Luisa Mendoza: Me visita Elena Garro



En el pasado mes de enero, Jaime G. Velázque hizo llegar a este blog una carta enviada a PROCESO por Liliane Vérine, en la que se puede leer una suerte de reporte de las condicines en las que actualmente vive Helena Paz Garro (hija del poeta Octavio Paz). Jaime hizo acompañar copia de esa misiva con una introducción personal. Al escrito de él, más la carta de Vérine, añadí un comentario a manera de re-flexión. No pasaron muchos días cuando (por pura "causalidad") Jaime halló esta otra nota que, tal vez, eslabonada a lo publicado anteriormente sirva para más comentarios de nuestros lectores.
I.G.


Me visita Elena del brazo de Díez Canedo
María Luisa Mendoza
(09-Ene-2010)



Mientras me descuacharrango en esos horribles pensamientos, me preparo, lenta pero inexorable, a escribir el prólogo del tercer tomo de las obras completas de Elena Garro.

Estamos como ayer y como pasado mañana… no habrá cambio, el hombre será siempre igual, idéntica maldad, inapelable crueldad, engaño, claro que yo quiero también un cambio, pero cuál... ¿Mis manos van a ser menos de sarmiento?, ¿voy a correr como antes y no bajar las escaleras de vuelo ayer, a zangoloteante escalón?.. Mucho disimulo mi deterioro bromeando y riendo, y que parezca nada me toca adentro, lo cual evidentemente no es verdad, me estoy muriendo en vida, aún de piel restirada, risa y tantas ganas de vivir otra vez París. Aquí vamos, paso a paso en otros diez años esperanzados de ser vividos… no entiendo para qué, ¿más soledad?, ¿más fingir la gran juventud dejada entre los rosales y los limoneros?.. hay cosas que no tienen remedio… nada más ve a tus contemporáneos ¡Dios mío, en cuál apocalipsis se tatemaron!.. Me aburre la decrepitud, me asombra lo lento del caminar de mis iguales, la coronilla calva, los ayer hermosos ojos pachuchos, los labios crucigramados ¿por qué?.. a mí nadie me dijo que así iba a ser, por supuesto mis hermanos sabios están en la cúspide, internacionales todos, pero si bajo la mirada y capturo una inesperada, inmerecida, oprobiosa panza, se me caen los aplausos y lloro. Son los míos… uno parece bisonte, el de allá papá Noel; han envejecido hasta sus hijos ¡Vénganme a ver a mí y a mi perro! Tal para cual… mientras me descuacharrango en esos horribles pensamientos, con mis sueños de puros muertos, la furia desatada de mis enfermedades “nerviosas”, me preparo, lenta pero inexorable, a escribir el prólogo del tercer tomo de las obras completas de Elena Garro, a quien mucho conocí, para el Fondo de Cultura Económica hoy bajo la férrea y culta mano del hijo de un amor de mi vida: Joaquín Díez Canedo. El compromiso me agobia, me enferma de miedo, perdida entre los apóstoles de Paz y los dioses de las nuevas mafias. El montón de señoritingos a los cuales nada más Carlos Fuentes les da crédito. Nosotros, no los de abajo, yo por ejemplo, a veces recibo la encomienda muy alta de realizar el dichoso prólogo para la Garro, y me asusto hasta las lágrimas… he estado muchas décadas sobajada por los devoradores de lobos solitarios, se nos quita la veda y nos matan al ir pasando, lobos de ojos rojos, pelo hirsuto, dientes picudos de mármol, patas de acero. Escribo con desaliento de esa zarina Elena Garro, y me vence su propia vida desolada y horrible, bastaría con que viera el destino de su hija Helena Paz, gran escritora en la prisión de la maldad.
De veras, la enorme obra de Elena Garro, su poesía desgarrada, su paso por los palacios y su fin en el hilachero de la miseria humana. Ahora su hija Elena Paz sufre el ácido destino de su madre. ¿Y de qué quieren que les escriba? ¿de los homosexuales, de los pobrecitos de la Luz, de la pobreza? ¡por favor!
*Escritora
marialuisachinamendoza@yahoo.es

1 comentario:

cristina caballero dijo...

esta mujer me encanta como escribe, nada se deja y con un estilo...bueno, el tema de las Garro y el terrible Paz. Si juntos su destino los hizo será porque se merecían, tan malvados, tan perversos, tan humanos y tan grandes artistas. Imposible que fuera de otro modo, ¿por qué nos asusta la condición humana? no sé, no sé...en el fondo, una luz brilla intensamente pero ahí laten todos los años antiguos, y el lugar de donde venimos a ser los que somos...nada qué temer en realidad, a menos que se tenga apego a una imagen idealizada donde no caben desperfectos y despropósitos. Prefiero la tersa realidad que viene de todos lados, dentro y fuera, a creerme los engaños del mundo y de mí misma. Salud por esos seres que estuvieron y están para poder vernos sin caretas¡¡¡ O en todo casosi no nos gusta, para no ser como ellos...