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lunes, febrero 16, 2009

Lucinda Altamirano: Destinos truncados





Llegué gastando hasta el último aliento sin que declinara la esperanza. El lugar era sombrío lo
percibía perfectamente. Olores y sonidos me invadían de golpe y hacían que por momentos pensara en claudicar. Pero no, sólo me encontraba a unos cuantos pasos. Las ideas se agolpaban en mi mente y los maullidos crispaban aún más mis nervios.
El paso del tiempo había dejado cientos de páginas para contar …
Hace 32 años vine al mundo. No sé exactamente bajo qué circunstancias. Fui elegido entre varios que en la cuna aguardábamos un destino. La suerte me guiñó el ojo y una vez en mi amoroso y opulento hogar, mis padres se dieron a la tarea de llevarme de inmediato con quien evaluara ampliamente mi es-
tado de salud, ante lo incierto de mi procedencia. Así, en un principio, todo marchó sobre ruedas.
Un par de meses después, mi madre se percató al contemplarme, que algo no andaba bien con mis ojos.
Un fuerte estrabismo comenzó a desarrollarse a consecuencia de una escasa visión. ¿Cómo era posible? En aquél primer examen, todo estaba bien… Fue el inicio de idas y venidas al extranjero. De buscar con tanto anhelo un diagnóstico opuesto al que día a día se confirmaba.
-La madre biológica del pequeño padeció toxoplasmosis, no se puede hacer gran cosa. Prácticamente la visión del niño, es nula. Tal vez llegue con el tiempo a distinguir algunas sombras.-
Fui tan deseado, que el amor desbordado de aquellos dos seres transformó en mi todas las adver- sidades que la vida me tenía reservadas.
El día que cumplí dos años, descubrimos cuánto me gustaba la música. Puedo imaginarme lo
curioso que he de haber parecido. Tíos y primos me alzaban en brazos de la carriola para seguir meneándome. Transcurría todo en armonía hasta que mi repentino llorar no cesó hasta pasada la media noche. Mi brazo izquierdo se había fracturado en tres. Una vez más ,la vida me mostraba la espalda: osteogénesis imperfecta, enfermedad que se traduce en padecer una pasmosa fragilidad en toda la estructura ósea. Y entonces… retomamos el viacrucis. Médicos de aquí y de allá. Mas mi fortuna alcanzó para dar con el mejor especialista en la materia en el estado de Massachussets. Así ,fui ganando terreno en ésta nueva contienda. Cierto es que el dinero no lo es todo pero sirvió de mucho. También fui compensado por la naturaleza . Mi alto coeficiente intelectual permitió entre otras muchas cosas
mi óptimo desarrollo en lo que llenaría mi vida.: Las letras.

Mi madre no pudo escaparse de la ironía del destino . Años atrás y después de haber pade-
cido el dolor y la incertidumbre entre análisis y estudios, le fue confirmada su incapacidad
para concebir, sin sospechar siquiera que tiempo después de adoptarme, quedaría embarazada.
Fue otro niño, mi hermanito, mi querido y bien amado André. Cuatro años de diferencia aún
nos permitieron disfrutar de las mismas cosas. André era un niño muy alegre y extrovertido.
contribuyó sin proponérselo a mi seguridad. Sus pasos guiaban los míos y su sana infancia re-
conoció siempre sólo mi interior. No podré olvidar nunca el día en que papá nos compró en
Disney un llavero. Era una diminuta lamparita y emitía una fuerte luz azul. Este maravilloso
regalo llegó a ser uno de los vínculos afectivos más significativos entre André y yo. Jugueteando con
ésta en una ocasión, caí en la cuenta que era perceptible a mis nublados ojos.
Y desde aquel día mi hermano la proclamó como nuestra señal secreta. Siempre supe así que
se encontraba cerca. Estudiamos por un tiempo en la misma escuela y una mañana en que presentaba mi examen oral final, tuvo la osadía de distraerme con la dichosa lucecita. Casi nos expulsan.

Llegamos a este mundo libres de ataduras, de prejuicios, de iniquidades. Nuestra luz brilla
porque surge íntegra de nuestra esencia. Tristemente dejamos que se vaya opacando. Durante
la estancia en el mismo colegio, el encanto de nuestra leal y afortunada relación comenzó a
desvanecerse. Todos tomaron parte. Principalmente sus compañeros de clase: “…hey¡ André
qué bueno que llegaste lazarillo” , “… de seguro que pasaste toda la tarde viendo la tv con tu
hermano”. “ …el ciego eres tú, no ves que es recogido”… Fuimos así objeto de esa crueldad inherente al ser humano. Yo, pude sobrevivir. El fue víctima de todas las vilezas.



2

Comenzó a verme con desprecio, con rencor, con lástima y se alejó. Vanos fueron los esfuerzos de mis padres y maestros por hacer que me aceptara de nuevo. Se volvió seco y distante, no sólo conmigo, con todos.

Cursé la carrera de Filosofía y Letras. Fui galardonado con los más altos honores en la facul
tad. El amor y la disposición de mis padres crecía sumando ahora su admiración y respeto.
La vida comenzó a mirarme de frente y …la encontré. Sus lacios y perfumados cabellos enmar
caban su suave tez. Su enigmática voz contrastaba con la infantil ternura de su risa. De claras
ideas y sediento saber. Llegó a mí y el destino benevolente me la dejó.
André se fue al extranjero a estudiar una carrera y pocas veces supimos de él. Traté insistente de avisarle sobre el deseo de que apadrinara a nuestro primer hijo, sin embargo, nunca recibí respuesta.
Pocos días después de que Julián, el mayor de nuestros 3 hijos terminara el bachillerato, acudimos a la ceremonia de graduación y allí volví a saber una vez mas de mi hermano. El padre de uno de los compañeros de mi hijo formaba parte del círculo selecto de escritores y editores en la universidad Complutense de Barcelona. Compartimos la misma mesa y ya entrados en una amena charla mostró su incredulidad ante mi negativa de conocer la obra de un tal A.R.BLACK, a lo que respondí que había oído hablar de él, más no conocía sus obras debido a que era imposible su traducción al sistema braille y al formato de audio libro pues así lo determinaba en cada una de sus obras. Comenté mi indignación al respecto, pero reconocí haber escuchado grandes elogios de sus novelas. Sabía que gustaba de tocar escabrosos temas exaltando las miserias humanas. Sin embargo, al parecer, eso era precisamente lo que lo había encumbrado. Y eso era todo.
–Es un tipo extraño- comentó Albert. –tiene una mansión en Barcelona y sin embargo pasa cada año una larga temporada en los suburbios, cuentan que encerrado en una pocilga y que esa es “la cuna” de su inspiración.
Momentos más tarde, no supe ni cómo ni cuándo quedé comprometido para entregarle el último borrador sobre la historia de mi vida. Aún cuando sabía perfectamente que mi novela no era del género manejado por A.R.BLACK, Albert insistió y así a través del círculo de lectores pudo hacer llegar mi obra a manos de tan famoso editor y prolífico escritor. Pasaron varios meses y dejé a un lado la infructuosa y enervante incertidumbre. Más el día menos pensado, recibí una nota. Me citaba en un extraño lugar en las afueras de Barcelona para conversar sobre mi novela.
En cuanto pude, emprendí el viaje. Entre largas horas de vuelo tuve tiempo para llenar mi cabeza de dudas y conjeturas. Sobre todo, me aturdía un poco la última indicación al pie de la nota: VENGA SOLO.
Llegué gastando hasta el último aliento. Era un lugar apartado, lejos del bullicio de la ciudad. Se respiraban fétidos olores, pero siendo mi afán más fuerte que mi condición, llegué hasta el segundo piso de un edificio en ruinas. Toqué sin meditarlo, la puerta era de latón. Una sombría voz dijo:
- pasa, solo he vivido repasando en mi mente este reencuentro…-
-Perdón ¿cómo dice?- pregunté un tanto turbado. Percibí entonces claramente una lucecita frente a mis ojos y el desconcierto dio paso veloz a la emoción de encontrarme frente a mi hermano.
-André hermano- exclamé y mis pasos se enfilaron hacia esa dura voz, al tiempo que despegaba mis brazos del cuerpo
- ¡Detente-me dijo!
-¿Qué te pasa André? ¿No te da gusto verme hermano?
-No somos hermanos, no eres más que un pobre desgraciado que ha ocupado la vida de otros ¿Y todavía te atreves a contarla? Esto que has escrito ES MI VIDA, ¡Tú te la robaste, así como el cariño de mis padres, el reconocimiento en la escuela!
-“¿Qué diferente eres de tu hermano…?”- esos comentarios cargados de mierda. Eso, eso es lo que me dejaste, eso que tu eres, porque si no te has dado cuenta, aquí naciste! en esta pocilga y sabe Dios bajo que asquerosas circunstancias.
¡Sí, aquí te parieron, en la inmundicia!. Aquí te deberías de haber quedado mal nacido,¡usurpador!
–André yo no quise…-
-¡Cállate!, aquí termina tu historia y al instante un ensordecedor disparo invadió el lugar.
-Así es oficial, la dirección es…
-Al colgar el auricular mis temblorosas manos se toparon con una barra de bronce, pasé lentamente mis dedos y así quedó también para siempre grabado su nombre en mi memoria el día mas negro de mi historia.




FIN

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho, Lucinda.
Saludos.