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martes, diciembre 02, 2008

Enrique Patricio: Misiva a la Plástica Porteña



Conforme se aproxima el fin de año comienzan a realizarse balances de todo tipo sobre las diversas actividades desarrolladas en el transcurso del mismo. La presente pretende anticipar dicha acometida, mas no es un balance (no hay nombres ni detalles de obras), es tan sólo un señalamiento muy general en cuanto al suceso, al fenómeno acaecido, dentro del área pública, en las artes plásticas (porteñas y no) y cuyo devenir tuvo como punto focal a la localidad; está hecho, pues, con toda la intención de que sirva de referencia para algún balance decembrino.
Y bien, lo que en sí deseo comentar es que se han presentado todo tipo de obras, en todos los niveles, sin embargo, la calidad artística ha dejado mucho que desear. ¿Por qué? Y he considerado entonces, que es debido a que se ha permitido de todo. Por que “de todo se vale”. Por que todo se ha tasado igual. Y en otras palabras, amén de que presentaciones, difusiones, financiamientos, etc., son dados en forma desigual, en lo estrictamente artístico todo pretende medirse por un mismo rasero. Craso error.
En el Puerto se recorre un ciclo que se abre y se cierra más o menos de la siguiente manera: Compruebo cómo algunos profesores de artes hacen creer a sus discípulos que ya son lo que todavía no son; por otro lado, las autoridades en cultura –que se suponen un ‘filtro’ en cuanto a la calidad artística- dan “entrada” prácticamente a cualquier propuesta, en función de que no han contado con un proyecto definido en dicho campo, o bien, para no seguir siendo acusados de nepotismo y favoritismos; a su vez, las autoridades políticas, municipales, estatales y hasta federales, “ordenan” a sus “asesores” que presenten a la “pintora” fulana o al “artista” zutano ( cada quien tiene todo el derecho de autonombrarse como se le dé la gana, pero finalmente son las obras las que hablan por sí mismas, sin necesidad de las palabras de su autor), y sólo por mero compadrazgo y/o por intereses políticos de toda índole. O sea, “politizan” lo cultural en perjuicio, para el caso, del arte. Y uno se pregunta, ¿y la calidad? Bien, gracias.
Si a lo anterior le aunamos el carácter que ha tomado el arte contemporáneo, en donde no está aún definido claramente que es eso: el arte. Una época de experimentos y aventuras de toda clase, donde es fácil encontrarse con tomaduras de pelo y otro tanto de paja o basura pseudoartística. Objetos que no reúnen necesariamente los valores artísticos de ninguna época (ni la contemporánea), y que no obstante, se consideren como valores suficientes de cambio. Hay pues, muchos advenedizos y otro tanto de oportunistas en nuestros días. Descubrirlos es función de la crítica de arte. Sin embargo, ésta no acude a las exhibiciones, en galerías u otros sitios, porque no les “laten”. Únicamente irá a “lo conocido”, no se interesa por lo novedoso o ajeno, y se deshacen en aplausos realmente “facilitos” a todo lo que se les plante enfrente bajo ese tenor. ¿Cómo esperar mejorar la calidad artística así?
Sabemos, pese a todo, que se está intentando gestar un movimiento desde abajo, es decir, conformado por los mismos artistas (a la larga multidisciplinario), otra vez gracias a Manuel Salinas, a su esfuerzo conciliador (no sólo con el gremio, sino también con las autoridades), porque es urgente recuperar en conjunto un mínimo de calidad artística, aun sea bogando contra viento y marea. Pero, es igualmente imperativo que en el esfuerzo participen todos y no unos cuantos, de lo contrario sería considerarlo como un vano esfuerzo. Pues, aunque saquen provecho unos cuantos de este movimiento, no tendría el sentido de mejorar el conjunto cualitativamente. Amén de que la moda, el “boom” de los “artista plásticos” invitados por los políticos, parecería no tener fin el en Puerto, también, pese a todo.

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