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viernes, noviembre 21, 2008

Roberto Blaga: EDITORIAL, El accidente de la verdad



Pues sí, por fin se supo la verdad acerca del avionazo Mouriño. Y La primera verdad es que la inteligencia americana, a través de sus sabuesos gringos, tiene bien infiltrada a sus trace-dogs dentro de la des-inteligencia mexicana, obtienen lo que quieren (basta que les den a oler una corbata de cualquier funcionario corrupto) y se dan el lujo de anunciar esa “verdad” antes que las autoridades mexicanas; dejando en el completo ridículo a Luis Téllez, a quien no le queda otra que repetir como loro lo ya dicho 24 horas antes por Tony Garza, embajador de los Estados Unidos en México.

Con la segunda verdad es realmente para ya no saber si reír, llorar, la-mentar. De acuerdo a todo el aparato de investigación del accidente, la caída del avión donde viajaban Mouriño y otras ocho personas, se debió a un accidente y no a un atentado. Versión oficial que cada quien se come como quiera ante las evidencias y la presunción del gobierno federal de que se llegó “hasta lo último” para conocer la causa certera de lo acontecido en ese avión… Claro, todo pre-balconeado por los expertos gringos y británicos.

Lo que los maestros de la logística, CSI y demás investigadores mexicanos que dan la cara al público a través de los medios no advierten, es que detrás de esa “verdad verdadera” han destapado otro agujero enorme de la incapacidad que tiene este gobierno calderonista dentro de sus filas, y que, lo que se presume de “Inteligencia” mexicana, debería llamarse mejor: “Agencia-Intel” de llamadas telefónicas fuera de área.
Las palabras del secretario de Comunicación no podían ser más elocuentes y balconeadotas que cuando dice: “Se trató de un accidente… POR LA INCAPACIDAD DE QUIEN PILOTEABA LA NAVE…” es decir, le jalan la cobija a Juan para cubrir a Pedro, y dar a entender que, si bien hay accidentes, éstos pueden ser inducidos: lo que le quita al hecho el carácter de casualidad pura: o clara causalidad o intervención divina...

De acuerdo a quienes examinaron la “caja negra” del avión siniestrado, es obvio que quien conducía el vuelo era un inexperto. La caja consigna el apagar y prender de switches, botones y palancas dentro de la cabina, como si alguien estuviera adivinando cuál de todos los aparatitos era el bueno a la hora buena para la realización de una maniobra exitosa. Punto aparte de que, ahora sí, la conversación completa y no a medias como ocurrió la primera vez de su presentación, constata que el piloto ¡desconocía! la mayor parte operativa de la nave y mentaba madres a su misma incapacidad o sorpresa; como diciendo: “Pus dónde diablos me pusieron estos jijos…”.

Y uno entonces se pregunta si el gobierno mexicano debe sentirse orgulloso de esto, o quedan aún muchas respuestas que dar antes de dar carpetazo al asunto. Yo considero que esto no ha terminado si se encamina ahora uno a la teoría del “accidente inducido”. ¿No existe en todo el aparato de seguridad para nuestros gobernantes un grupo, un comité, una sociedad secreta, un club de Tobi que analice, verifique, lleve estadísticas, tenga pro-files de quienes se suben a pilotear una nave que transporta a ciudadanos tan importantes como lo eran para la política mexicana el Secretario de Gobernación y SantiagoVasconcelos? De verdad ¿no existe ese aparato dentro de las deficiencias atroces del gobierno mexicano? Vaya, hasta el ADO tiene una sección auditora de sus chóferes que, al verlos usted, le inspiran confianza y seguridad.

La pregunta es: ¿quién puso a pilotear en el “accidente” a alguien tan accidentalmente torpe, inexperto, desconocedor del aparato y bisoño en el arte de calcular distancias para no ser arrastrados por la turbulencia de otro avión más grande que el suyo? Que se sepa, ya no hay desmentidos, y la lógica se plantea absurda: huboo accidente porque por accidente pusieron al mando de la nave a un piloto sin pericia culpable del accidente


Hermosa y bella explicación de las autoridades mexicanas. Bonito la seguridad diseñada para cuando vuelan los dirigentes de este país. Lo que nos quieren decir Téllez y su bola de loros es que “cualquiera” puede subirse a una nave y pilotearla como Pedro en su columpio. Esta vez, en vez de bombazo se puso mejor un "pambazo" a quien tregaron las llaves de una nave en picada...

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