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viernes, noviembre 21, 2008

Raymond Queneau: POEMAS





Gabriel Fuster es, en parte, culpable de que mi memoria fuera hasta Queneau y hallara estos poemas de él que ahora se publican. Escritor francés, nacido en 1903, el escritor resalta por haber sido el fundador del grupo de literatura experimental OULIPO. Entre su obra poética también hallamos: Chêne et chien (1937), Les Ziaux (1943), L'Instant fatal (1946), Petite cosmogonie portative (1950), Cent Mille Milliards de Poèmes (1961), Le Chien à la mandoline (1965), Courir les rues (1967), Battre la campagne (1968), Fendre les flots (1969), Morale élémentaire (1975.



NOVELA EN VERSO

(Fragmentos)

YO nací en El Havre un veintiuno de febrero

En mil novecientos tres

Mi madre era mercera y mi padre mercero:

Se pusieron muy contentos.

Inexplicablemente conocí la injusticia

Y una mañana me llevaron

A casa de una mujer ansiosa y bestial, una nodriza,

Que me tendió su seno.

De esta otra leche con dificultad creo

Que me diera un gran banquete

Apretando con mis labios una especie de pera,

Órgano femenino.

Y cuando llegué a esa edad respetable

De los veinticinco o veintiséis meses,

De nuevo con mis padres, me senté a su mesa

Heredero, hijo y rey

De un dominio excesivo,

Donde unos ángeles caídos ceñidos por corsés

Y unos dolientes diablos

Arrojaban a la basura pájaros disecados,

Donde flores de metal, de papel o de tela

Crecían en los cajones

En ramilletes ya preparados para adornar sombreros,

Espectáculo horrible.

Mi padre despachaba toesas de sedería,

Toneladas de botones,

Kilos de cordoncillos y de cintas

Que se hallaban colocados en anaqueles.

Algunas muchachas le ayudaban en su sosa tarea

Cortando retales

Y subiéndose en la escalera sin ninguna vergüenza

Enseñaban las enaguas.

Mi pobre madre tenía un alma musical

Y tocaba el piano:

Mientras, se vendían sombreretes y encajes

Entre el ruido de sus partituras.

Juana, Enriqueta, Evodia invadían el sótano

Buscando el petrolín,

Una especie de arena aceitosa con que se lavaba

El suelo de la tienda.

Yo ayudaba a barrer aquella materia infecta,

Cuando bajaban las persianas,

a caballo sobre un banco gritaba:

“Hasta siempre” (Comprended: eternidad).

Así crecía yo entre aquellas señoritas,

Oliendo su sudor

Que, fruto del trabajo, perlaba en sus axilas:

Yo nunca tuve hermana.

Hijo único, ejemplo del declinar de Francia,

Chupaba caramelos

Mientras mis padres con sus prósperas finanzas

Acumulaban bonos

De Panamá, del tres por ciento, del empréstito ruso

Y del Crédito Territorial,

Preparando graves consecuencias para la URSS

Y alguna bancarrota.

Mi primo, de más edad que yo, birlaba de la caja

Con mi ayuda

Y entre el personal escogía sus amantes,

Cosa que yo supe un día

Cuando, ya púber, me enseñaron la moral

Y las buenas costumbres;

Yo siempre respeté esta ley familiar

Y conocí los prostíbulos.

Pero debo volver un poco atrás:

Sigo siendo niño,

Dibujo con cuidado largos trenes

Y barcos danzando en medio de grandes olas

Y vuelos de gaviotas alrededor del faro

Y castillos cuadrados provistos de sus veletas,

Y soldados y fortines

(Testigos indiscutibles de mi militarismo -

La revancha se aproxima

Y sólo tengo cinco años),

Unos monigotes que un prisma

Bajo mis dedos deshilachaba

Y que yo reconozco, pero que los demás creen que son

Delgadas arañas.

En la escuela aprendimos palotes, cifras y letras

Hurgándose la nariz.

LA coronación del difunto rey Jorge V

Fue un acontecimiento: mi padre asistió.

De Londres trajo soldados de a caballo de las Indias

(De plomo) y un cigarro largo como un brazo.

Bastantes calamidades, poco después de esta fiesta,

Erizaron el cabello de la mayor parte de la gente:

Robaron la Gioconda, un cuadro maestro,

El Titanic chocó con un iceberg gigante.

Unos dibujos mostraron a ilustres millonarios

Ahogándose en el Atlántico con toda dignidad.

Después se vieron bandidos armados de revólveres

Conduciendo por París automóviles robados.

Así es como se adquiere la afición a los desastres

Y a los titulares sensacionales de los periódicos.

Viendo la desgracia dibujada por los astros,

Se saborea la de los demás como la suya propia.

Yo cambiaba el sentido de los males inevitables,

Pues yo amaba mi dolor, pequeño contratiempo.

De todos los golpes de la suerte supe hacer una fábula.

Lo menos se convierte en lo más: inversión consoladora.

Los niños tullidos se convertían en saltimbanquis.

En Roma se apreciaba el gorjeo de los eunucos.

-Mi padre fue a buscar al banco su dinero

porque un servio había matado allá lejos al archiduque.

El 129 partió para la gran mentira.

En la estación vi embarcarse a mi primo.

A medianoche, para volver, tomamos un coche

Y en el oscuro vehículo yo gritaba: ¡a Berlín!

El soldado belga tenía por fusil una tostada

Y en los puertos normandos reaparecía el inglés.

Los rusos acudían a Berlín en berlina.

Se apreciaba muy poco el eclipse de sol.

El soldado regresó con una herida.

Un gendarme enfundaba de nuevo las banderas

(Delicada alusión al desastre).

Mi familia se marchó en barco a Trouville.

Un geólogo me regaló una anmonita.

El tren conducía grupos de refugiados.

Los prusianos avanzaban prodigiosamente de prisa.

En Rennes apenas se consideraba uno seguro.

Pero el milagro esperado vino a liberar Francia,

Aunque mis queridos padres fuesen muy poco cristianos,

A continuación de esto, volvimos a tener confianza:

Y, de común acuerdo, tomamos de nuevo el tren.

COMO después de dos años escaseara la clientela

Y la tienda marchaba por sí sola sin el dueño,

Mi padre me llevaba con él al Gaumont

A ver multiplicarse las vueltas de manivela.

Íbamos al Pathé, al Kursaal, donde la multitud gritaba,

La multitud de marinos y vagabundos del muelle,

Íbamos al Select donde a veces me dormía

Cuando solemnemente susurraba un violoncelo.

Y mientras los ingleses fracasaban en los Dardanelos,

Mientras los franceses resistían en Verdun,

Mientras los cosacos aplastados por los Hunos

Se alejaban temblando de miedo sobre sus monturas,

Por primera vez vi las ilustres botas De Charlot vagabundo,

boxeador o noctámbulo, Marino, policía, maquinista o ladrón,

Que aplastaba en la pantalla al asfalto de las callejuelas.

(Cuando nos hubimos reído de sus cómicas escenas de mímica,

De la tarta de crema y del bastón encorvado,

Entonces descubrimos el alma de revolucionario

Y aplaudimos a aquel espíritu rebelde).

Mientras unos cow-boys en sus jamelgos

Guardaban, no sin humor, vacas y terneros,

Mientras unos bandidos trabajaban cerebralmente

Robando según los métodos más nuevos,

Mientras unas putas infieles y hermosas

Llevaban a la desesperación a los muchachos elegantes,

Mientras mil desgracias sorprendentes

Les sucedían a millares de rubias doncellas,

Mientras en el rostro ciego de la pantalla

Las olas del océano húmedo se desplegaban,

Mientras por barriles la sangre humana corría

Sin teñir la lona blanca de esta vela,

Yo intentaba volver a ver la imagen palpitante de un niño

Cuya suerte se mantenía en los días antiguos

Pero no conseguía nunca remontar el curso

de un tiempo que dividió la humillante prohibición.



EL HOMBRE DEL TRANVÍA

ESTE hombre que anda por la noche a lo largo del muelle

A lo largo del sena entre Asnières y Corbevoie

Este hombre cuya sombra a cada instante huye

Sigue su camino derecho y su curvada vía

A este hombre le duelen los pies – la miseria

Y el cansancio encorva su espalda

Este hombre baila en cada uno de sus pasos

Largos como noches de invierno

Desde hace una hora el tranvía está detenido

Este hombre mide los kilómetros

Por el espesor de sus suelas

Camina de noche por esta calle

Su amante una muchacha poco respetable le espera

Tirada en el arroyo y de crueldad nutrida

Y su tiempo se mide en su cuarto insaciable

Que aloja ahora al hombre del tranvía

Por la mañana con los ojos muy tristes debe huir

Y volver a tomar el camino hacia el depósito sonoro

Y mientras la muchacha duerme aún en el catre

Él suspira qué dulce es sentirse amado.

UN POEMA ES MUY POCA COSA


UN poema es muy poca cosa

Apenas algo más que un ciclón en las Antilla

Que un tifón en el Mar de la China

Un temblor de tierra en Formosa

Una inundación del Yang Tse Kiang

Que ahoga a cien mil chinos de golpe Zas

No eso no da siquiera tema para un poema


Es muy poca cosa




Nos divertimos mucho en nuestro pequeño pueblo




Vamos a edificar una nueva escuela




Vamos a elegir nuevo alcalde y cambiar los días de mercado




Estamos en el centro del mundo ahora estamos cerca del río




…………océano que corroe el horizonte








Un poema es muy poca cosa.

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