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martes, noviembre 04, 2008

Cristina Caballero: MIRA



DESPIERTA, DESPIERTA

Mira, Iris, por favor, sólo mira dijo Catalina con el trébol rojo entre sus dedos de anémona Y la Doncella de las Quince Palomas posó las tibias pupilas en lo que había quedado del Reino … Umm, umm, la tierra ha florecido, parece: lirios, trigo, palmeras de coyol, las tenaces orquídeas, violetas, amapolas … este baldío junto a la Casa Grande, está bastante vivo, diría yo …Las he vencido, Iris, por eso estoy aquí afirmó rotunda la joven Escriba … No eres de la raza de los Irin, Cata, ¿qué derecho te asiste para mostrarme este espejismo? musitó Iris en tanto afinaba las cuerdas de su arpa Sigilosa y tenuemente Ella la de los velos plenilunados probó metáforas que sin sentido se fueron entreteniendo sobre la piedra muca con que estaba construida la Habitación de Jade Esas notas subían y bajaban Arduas peligrosas espinando con sus sílabas los tapices interminables de aquel cuarto Y cada imagen que yacía en los kilim y gjordes empezó a renacer con las palabras de su instrumento La voz de plata Violenta persuasión en sus cuerdas vocales por aquel thé de las altas montañas sin memoria tsha de dulce loto Pastoso y recio fluyó en el ambiente de salitre A salvo de mirmidones y Harpías (sus hermanas mayores) y desde luego a buen resguardo de los otros Vigilantes Catalina había cruzado el desierto de azafrán a través de La Marisma y el Laberinto Para alcanzar el río del Este El vasto territorio de donde brotan los vientos negros y también los dorados Eso supo Iris después de contemplar por un instante su rostro seco Ofuscado y macilento … te llama el camino, Cathy … ¿lo escuchas? graznó su voz derramándose como una luz sobre la Escriba Y su aliento era un agua prodigiosa Agua para retomar el sendero del Reino que la Tejedora le estaba dando a borbotones a aquella nínfula Para enseñarle como regresar Para que pudiera volver de donde nunca debía haber salido Aquel jardín junto a la ventana de su casa El dulce olor materno irrecobrable Chasquidos de agitadas carpas en la lluvia se mezclaban con el café matutino siempre melancólico de otro sabor De ella … muy lejos y muy hondo te has aventurado, Catherine. Un momento la esencia habita a los humanos, cierto; pero esa sed, no puede saciarse en este reino. Has de volver dijo Iris con una tonadilla que a la Escriba le sonó familiar y antigua ….Es una canción de cuna … aclaró Iris a la pregunta silenciosa de Catherine … la hice para el último hijo que tuvo mi hermana antes de marcharse (¿hijos?¿quién?¿Neckar?) Catalina se sorprendió al escuchar que La Señora del Agua había sido madre …sí, ella fue madre de cientos y cientos de pequeños, pero en verdad era del mar, oceánica como solía decir. Tuvo que volver a su palacio de ámbar y azabache, tuvo que hacerlo, ¿lo entiendes? (¿al Abismo?¿era ahí en donde Neckar había encontrado refugio a su dolor interminable?) … Ella decidió marcharse, pero lo que importa es que de su oscuro hogar extraía pequeños frascos de gotas azules buenas para el corazón y la redoma grande de hierbas que aún espera en su invernadero. Con ellos curó donde hizo falta, mientras así lo quiso… (¿con qué Neckar se había ido para siempre?) Sin pensar en los demás En esos hijos incontables Sin preocuparse nunca más por ellos Sin volver sobre los pasos Triste eternamente triste Despierta, Catalina, estás despierta cantó la voz de la Tejedora escarbando entre la bruma de esa memoria ancestral de los humanos Y durante un momento Sólo durante un momento Iris miró hacia la ventana que daba al camino de serpiente Allá en la Tierra Y entre los brezos nació un trébol de cinco pétalos y el verdadero nombre de Catherine fue dibujado para siempre sobre cada una de las hojas hechas con su sangre

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