Encuentra a tus autores aquí

jueves, septiembre 04, 2008

Juan Joaquìn Pèreztejada: Una deriva para Sophie Calle I





En la Biblioteca de Alejandría,
Aristarco argumentó que la tierra giraba alrededor del Sol,
Aratóstenes calculó las circunferencias de la Tierra,
Herophilus afirmó que el cerebro controlaba el cuerpo,
Euclides describió los elementos de la geometría

En la Biblioteca Venustiano Carranza de Veracruz,
Entre sus lecturas de Efraín Huerta y T. S Elliot
no aspiraba a mucho:
se refrescó ante un ventilador,
pensó en María o Helena,
y escribió notas para su libro de versos.

Cuando se relaja,
y piensa en un lugar cómodo y seguro donde estar,
imagina los espacios amplios y claros,
las largas mesas con sillas de color café
y los estantes verdes de la biblioteca municipal;
donde podría acompañar a Sophie Calle,
si un día ella le pidiera que la llevara
al lugar que nunca olvidaría si pudiera dejar el Puerto.


Una deriva para Sophie Calle II


Es curioso que su apellido sea calle en español.
Aceptaría su invitación, por supuesto:
llevarla al lugar que nunca olvidaría si se fuera del puerto.
Ella escribiría en su cuaderno de notas:
“Este es el Bulevar de Veracruz
donde la gente viene a correr en la mañanas y en las tardes,
como lo hice cuando adolescente también.
Entonces he de haber tenido 16 o 17 años, quizá menos.
Corrí hasta los veintitantos. Luego, salía a caminarlo.
De vez en cuando paseo por ahí.
Así pensé y luego escribí muchos poemas:
Viendo el mar mientras trotaba.
Viendo la Isla de Sacrificios.
Viendo salir el sol.
Desde muy temprano me iba, a veces, antes de las seis.
Corría hasta la estatua de Ávila Camacho y regresaba caminando.
Comenzaba en Juan Enríquez,
un poco antes de donde está el acuario nuevo”.
Lo extrañaría mucho si me fuera, le diría, sin mirarla,
con los ojos en la nostalgia de las olas y el horizonte.

Una deriva para Sophie Calle III


Aquí estaba el viejo acuario,
diría él con su voz gruesa de tristeza.
Mi papá nos traía a ver los cocodrilos y las tortugas
los sábados por la tarde.
Luego, caminábamos por el muro de la bahía,
hasta el faro. La bocana le llaman.
Había esos poliedros enormes de cemento con tres picos a los lados.
En una ocasión mi hermano menor se sintió mal.
Mi papá lo cargó de regreso y luego tuvieron que llevarlo de emergencia
al hospital porque tenía apendicitis.
Si él tenía tres años, yo he de haber tenido 7.
En otra, una tía se lanzó a nadar,
cuando salió, se enterró en los pies las puntas de los erizos que se pegan al muro.
Un día acompañé a mi compadre Carlos
para tirar las cenizas de su abuela o de una tía suya, no recuerdo bien.
Todavía no éramos compadres sino adolescentes, se reiría.
En alguna ocasión vine con Helena y otras con alguna novia.
No tenía ningún sentido hacer estas caminatas.
Sólo pasear para construir un recuerdo.
Con los ojos deseosos de lágrimas la miraría
cómo si le preguntara, como muchos lo hacían,
¿Por qué cree que esto sea importante?
Y al tiempo que preguntaba, sin hacerlo, iba sabiendo la respuesta.


Una deriva para Sophie Calle IV

En este parque ecológico estaba el antiguo estadio de béisbol
donde vi jugar al Águila de Veracruz
y donde también jugaron fútbol los Tiburones Rojos.
En la esquina de Azueta se paraba el 20 de noviembre,
el camión de donde se bajaba la niña que me gustaba.
Ella como yo estudiábamos por las tardes en el Franklin, el instituto de inglés.
Como en la vieja canción de Juan Gabriel que cantaba Roberto Jordán
nunca se dio cuenta que cuando pasaba me le quedaba viendo.
Y como el mal bateador que siempre fui
dejaba pasar la bola buena con el bat al hombro.
Tenemos fotos de los lugares que visitamos
cuando salimos de viaje a descansar.
Para los lugares que recorremos a diario,
para los sitos que están cerca de nosotros,
para los espacios que compartimos cada día;
para ellos, sólo guardamos las imágenes de la memoria.

Una deriva para Sophie Calle V

Vamos, le diría él.
Saldrían de la casa de sus padres rumbo al centro.
Caminarían toda la avenida 20 de noviembre.
Y le platicaría, para que ella escribiera luego o tomara notas en ese momento:
Por aquí caminé desde los catorce años.
He pasado caminando esta calle y Avenida Independencia toda mi vida.
Bueno, desde que era adolescente. Desde que tenía catorce años.
¿Por qué camino al centro?
Para visitar las tiendas de discos y las librerías.
Que por otra parte no están bien surtidas ni hay muchas.
A veces también iba al cine al Variedades o Plaza Cinema.
Más grande, para ir al Instituto de Cultura.
Primero a los talleres que se impartían allí. Luego, a trabajar.
Después de caminar en un ir y venir sin mucho sentido,
viendo discos, leyendo libros de pie, tratando de decirme por cuál de ellos llevarme,
habría algunos que nunca compraría,
cansado, me regresaba en un Díaz Mirón.
Sigo haciendo el recorrido para ir a la fototeca y los museos, aunque sigan siendo pocos.
Esta caminata es vital para mí. Ir allá, fuera de aquí.
Es eso, voy buscando lo que está en la otra parte.
La vida ha estado tan cerca siempre que se puede llegar caminando a ella.
Hasta ahora que te lo digo me doy cuenta.


Una deriva para Sophie Calle VI

Le diría, mira, es aquí donde trabajé.
Una de las mejores cosas que me han pasado en la vida es haber tenido una oficina en las
Atarazanas. Donde había una librería y un café. Allí podía pasarme las tardes
leyendo o escribiendo. Después, pasadas las siete, me iba a ver libros (que también lo hacía
en los tiempos muertos) o llegaban los amigos y se ponían a tocar la guitarra, cotorrear
o chismear. Fue en ese tiempo cuando publiqué mi primer libro y gané el concurso por el
que me publicarían el segundo.
Poco tiempo después quitaron la librería y el café con ella. Ahora creo que sirve como casa
de cultura, o sea, no de mucho.
Yo creo que aquí acabaría la caminata o deriva como le dices.
No sabría adónde más llevarte.
No se me ocurre ningún otro lado o he comenzado a olvidarlos.
Ella le tomaría una última foto
o escribiría una última nota.
Gracias, Juan, le diría y se darían un abrazo para despedirse.
Gracias a ti Sophie, lo he disfrutado mucho. Agregaría él, para terminar el poema.


Apuntes de Sophie Calle

La cámara fotográfica no puede emular al corazón,
por eso necesito las palabras de las personas sencillas,
para completar las imágenes. Y aún así, sé que queda tanto afuera,
en lo que no se dice, en lo que no se registra.
Cualquier arte es parcial. No se puede aprehender la vida.
Hay más vida en las anécdotas de las personas comunes y corrientes que en la imaginación
desmedida.
Hay menos arte en quienes creyéndose artistas, o intentando serlo, no ponen atención en
este punto final.
Combinar la ficción con la realidad es un juego divertido.

Nota: Sophie Calle (París, 1953)
Sophie Calle es un
escritora francés, fotógrafa, artista de instalación y conceptual. Calle's work is distinguished by its use of arbitrary sets of constraints, and evokes the French literary movement of the 1960s known as Oulipo . El trabajo de Calle se distingue por su uso arbitrario juego de limitaciones, y evoca el movimiento literario francés de la década de 1960 conocida como Oulipo. Her work frequently depicts human vulnerability, and examines identity and intimacy. Su obra a menudo representa la vulnerabilidad humana, y se examina la identidad y la intimidad. She is recognized for her detective-like ability to follow strangers and investigate their private lives. Ella es reconocida por su gusto de detective y esta habilidad para seguir extraños e investigar su vida privada. Her photographic work often includes panels of text of her own writing. Su obra a menudo incluye paneles de texto de su propia escritura.
La vida de Calle palpita con sus trabajos. Su particular forma de ver el mundo es un regalo para la curiosidad, generalmente un tanto anquilosada, y una batalla perdida para nuestro atrevimiento. Pienso que aburrida o asustada de cómo se plantea la sociedad el concepto de cotidianeidad, Sophie Calle intenta escapar y a veces lo consigue.
1980: El Bronx. "En esta pieza, juego con la idea de gente que vive en un sitio del que la mayoría sabe que nunca saldrá, así que resultó interesante preguntarles cuál sería el sitio que jamás olvidarían si algún día pudieran dejar el Bronx. No el sitio que más les gusta, sino el que nunca olvidarían."

1 comentario:

cristina caballero dijo...

qué manera de narrar ese sentimiento que recién tuve al recorrer las calles de Veracruz ...én él viví durante 33 años y siempre estuve añorando salir de él, para estudiar, para conocer, porque en el DF había grandes universidades y museos y oportunidades (y todo esto lo he comprobado desde que vine a vivir al DF hace 17 años, me gusta tanto que creo que por eso no vuelvo al terruño)y cada vez regreso menos al puerto. Pero acabo de volver apenas ayer, y lo que has publicado es lo mismo que siento todo el tiempo cuando recorro los mismos lugares que solía recorrer cuando allá vivía: la biblioteca municipal, para leer a Neruda, y de físicos, esos otros poetas. Ahí también escribía cuentos cortos, en esas máquinas que una podía ocupar gratis. Nada me faltaba, iba al Bulevard (mi casa quedaba cerca y como muchos otros, corría en las mañanas temprano, por lo menos mis cuatro kilómetros), o los fines de semana le echábamos porras a los amigos que jugaban beisbol o futbol playero, y después al mar, siempre al mar. Pero, ¿para qué sigo?, tú lo has dicho mejor y te lo agradezco. Qué bueno que esas caminatas tengan el sentido que tienen, el que deveras importa, uno al que me veo afín y por cierto, qué curioso que contestaste la pregunta que silenciosamente me hacia en esta semana, gracias por ello también. En realidad, como dijo Saint-Exupery "allá dentro (en los trenes que viajan) los hombres bostezan, duermen. Solo los niños aprietan sus naricillas contra los vidrios de las ventanas"..."si yo dispusiera de cincuenta y tres minutos (dijo el Principito) me iría a la fuente con toda tranquilidad"