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jueves, septiembre 04, 2008

Juan Carlos Gòmez: El Castor



Sartre llamaba a Simone de Beauvoir “el Castor”, debido a su intensa dedicación a las labores intelectuales: “usted trabaja tanto como un pequeño castor”Pues bien, nuestro Castor es una gombrowiczida escritora y periodista nacida en Quilmes que trabaja como el pequeño castor del que habla Sartre y con la que tengo relaciones tormentosas, y esto porque no le gustan los motes que les pongo a los hombres de letras y a los ProtoseresPublicó en Archivos del Sur media docena de gombrowiczidas hasta que empezó a chocar con lo que podríamos llamar mi falta de tacto.“Debo precisar aquí, que según mis juicios de aquella época, lo que se llama falta de tacto era, en el arte, un factor altamente creativo, consideraba que un artista que temía cometer una incorrección, producir un disgusto, no valía gran cosa, y que no debían someterse a las formas mundanas quienes creaban la forma. Así pues, me daba perfecta cuenta de que lo que escribía era inconveniente y que por esta razón lo había escrito”De la lectura irreflexiva de este párrafo, como las que hacía Don Quijote de las novelas de caballería, saqué la conclusión apresurada de que si me ocupaba de disgustar a los demás y no me sometía a las reglas de las buenos modales, siguiendo el ejemplo de lo que hacía mi maestro, me pondría en camino del mundo de los hombres de letras.Algunas dificultades que me han aparecido con los lectores y, muy especialmente, con los editores, me han hecho pensar que no siempre alcanzamos nuestros propósitos por decir cosas inconvenientes, y que no siempre los maestros tienen razón.A pesar de que Gombrowicz se había convertido en un maestro en el arte de producir conflictos y de caer en desgracia, también tenía otros proyectos como también los tengo yo aunque no lo parezca.El Castor fue durante un tiempo alumna dilecta del Vate Marxista y de Revólver a la Orden y ésta pudiera ser otra razón por la que terminó mirándome con disgusto, pero todo el mundo sabe que sus maestros también son sarcásticos.
“Agrego que el único contacto que tuve con César Aira, fue cuando yo dirigía la revista La Caja y le pedí un artículo que rechacé. Me envió un relato filosófico de una simplicidad que me pareció infantil y que debía valer por su firma. La ideología de la revista era antifirma, no porque las firmas no valieran sino porque no valían por sí mismas. Me dijeron que Aira se sorprendió, actitud que sabe disponer con frecuencia. Es un hombre que sabe cómo, dónde, y especialmente cuándo sorprenderse”El Castor mantiene la madriguera que ha construido en Archivos del Sur con materiales nobles y respetables y no todos los gombrowiczidas, debo reconocerlo, pueden pasar por el control de calidad de estos materiales.A pesar de todo cuando nadie la ve a ella también le gusta reírse de algunas de mis majaderías razón por la que nuestra relación anduvo sobre ruedas hasta el momento en el que se le ocurrió escribir un dossier sobre Gombrowicz.“Si sabía al principio, cuando empecé a publicar tus notas, que tenías tanto material de Gombrowicz te hubiera propuesto hacer un dossier sobre él. Tal vez podamos hacerlo”A pesar de los contratiempos que se me habían presentado con el Ladrón de Gallinas al que también se le había ocurrido escribir un dossier sobre Gombrowicz para la revista “k”, y no por las zozobras que sufre la familia del mismo nombre en los tiempos que corren, sino porque soy un individualista incurable al que no le gusta trabajar en equipo, alenté al Castor a que llevara adelante el proyecto.“(...) pero no encuentro el mensaje que me enviaste con una especie de diccionario donde hay sobrenombres, así que cuando escribís en ese código no entiendo nada (...) decime algo, ¿todos saben los sobrenombres? (...) no creo que vaya a publicar los apodos (...) Te envío una entrevista que le hice a Tomás Abraham hace unos años y que está publicada en la revista, ahí habla de Gombrowicz, no sé si la leíste (...) Yo fui alumna de Tomás Abraham y de Ricardo Piglia, hice seminarios con los dos, en la Universidad de Buenos Aires y en el Centro Cultural Rojas (...) Sí, tenía idea de poner la entrevista en el dossier”
Empecé a sentir que el Castor con una intensa dedicación a sus labores empezaba a roerme la garganta, así que decidí detenerla con el fragmento de un gombrowiczidas.“Uno de los integrantes de los nueve magníficos, motejado Revólver a la Orden, filósofo, escritor y numen del Esperpento, tiene un apodo muy adecuado a los servicios que presta. En efecto, el periodismo lo suele consultar sobre los asuntos más variados, días atrás respondía por radio a una consulta que le hacían sobre la veracidad de la medición del índice de inflación que hacía el gobierno. La respuesta fue paradojal, como lo suelen ser las de este pensador profesional, la medición podía no ser verdadera pero teníamos que estar a ella para evitar que nos sobrevinieran tiempos apocalípticosEste miembro del club de gombrowiczidas tuvo una intervención rutilante en la pasada Feria del libro. Con su carácter categórico y versátil, que ejercita todos los jueves desde hace veinte años en una aquelarre filosófico que tiene un apartado llamado Gombrowicz, presentaba un libro sobre la pasada crisis argentina en la que cayeron en picada el principio de autoridad y la economía”“Se paseó con erudición por las ideas del pasado y del presente, afirmó que el negocio de la filosofía permanecía más o menos sin variantes desde hacía algunos años, dijo que Heidegger no era tan nazi como la gente creía pero sí era un cagón, y manifestó que había estado de acuerdo con el actual presidente de la Argentina hasta el momento en que se declaró un adalid de los derechos humanos al tiempo que le daba entrada a los años setenta como si hubieran sido el mismísimo siglo de Pericles.Hasta aquí, nada de especial, los conductores del programa radial y el filósofo se despidieron cordialmente. Sin embargo, a los pocos minutos la radio pasó el comentario grabado de una oyente: –Soy Mercedes de Castelar, por qué no le dicen a ese filósofo que se vaya a la remil puta madre que lo parió”Me pareció que con esta declaración bastante drástica el Castor me iba a soltar la garganta, pero las cosas no ocurrieron así.
“(...) Igualmente tengo material para publicar el dossier con todo lo que me enviaste, la entrevista a Tomás Abraham, y seguramente algo más. Deberían haberlo invitado para el centenario de Gombrowicz (...)”El Castor incansable seguía construyendo, pasa por alto lo que le estaba escribiendo sobre Revólver a la Orden y nos hace el cargo de que no lo habíamos invitado a las jornadas del centenario, entonces le mandé el fragmento de otro gombrowiczidas a ver si podía pararla.“El Zorro, de la Embajada de Polonia, me mordía los tobillos y me daba golpes en las costillas, quería que consiguiera participantes para la mesa redonda de la Feria del Libro en el año del centenario, no le entraba en la cabeza cómo podía ser que todos se negaran, era un desaire para Gombrowicz, para los ponentes polacos: el Pequeño K y la Vaca y, en fin, para todos los polacos que vivían en la Argentina. El Pato Criollo, que se le había retobado personalmente al Zorro, me sugirió que, perdido por perdido, lo invitara a Revólver a la Orden, un filósofo escritor que se animaba a hablar de cualquier cosa, pero no me atreví a tanto, me pareció un desatino de parte del Pato Criollo, casi con seguridad, tenía la intención de introducir en la mesa un participante que, por distinguiese del resto, podía despacharse con cualquier extravagancia”Pero el Castor quería terminar rápidamente la madriguera del dossier y seguía juntado troncos.“(...) Pensando en el dossier sobre Gombrowicz quisiera saber si podrías enviarme aunque sea un fragmento escaneado de alguna carta de Gombrowicz, para publicarlo en él, donde se vea la letra y la escritura de él. Puede ser media página si querés (...)”Y es aquí donde nace una tragedia sobre la que recién ahora nos estamos reponiendo. El Castor eligió una carta y yo elegí una distinta para darle más color al ambiente, era una carta que se había vuelto famosa por una razón de la que doy cuenta en un gombrowiczidas al que di en llamar “Bastante Tarado”, y sobre el que le pedí que lo publicara junto a las dos cartas.
“(...) En el año del centenario de Gombrowicz el diario “Clarín” publicó, en el suplemento literario, seis ‘Cartas Memorables’: de Jorge Luis Borges a Estela Canto; de Franz Kafka a Milena; de Witold Gombrowicz a Juan Carlos Gómez; de Cristóbal Colón a su Alteza el Rey de España; de Hannah Arendt a Mary MacCarthy; de Charles Baudelaire a su madre”“Las más rutilantes de estas seis cartas son la de Gombrowicz y la de Baudelaire. Vamos a transcribir un fragmento de la de Baudelaire: ‘Y no obstante, en las circunstancias terribles en que me encuentro, estoy convencido de que uno de nosotros matará al otro y de que terminaremos de matarnos mutuamente. Después de mi muerte, tú no podrás seguir viviendo, eso está claro. Yo soy el único motivo que te hace vivir. Después de tu muerte, sobre todo si murieses a causa de un choque causado por mí, me mataría, eso es indudable’ (...)”“En cuanto a la que me escribió a mí podría decirse que es todo lo contrario de lo que Baudelaire le escribió a la madre: ‘Yo le estoy suplicando, Goma, desde que dejé las costa sudamericanas que no me mande certificadas. Bueno, su última, además de ser certificada expres, es la más estúpida que hasta la fecha recibí. 1º ¿Acaso no sabe que Ferdy ha sido editada en Italia hace 4 años? 2º Se imagina, tontamente, que no he recibido su penúltima con la carta yugoslava y ¡da la casualidad que la recibí! 3º No venga haciendo líos con Arnesto cuyo prefacio me resulta lleno de brillos y hechizos, además de ser muy talentoso como todo lo que escribe él. Va a ver, Goma, que terminará por sembrar entre nosotros desconfianza y recelo, ya verá, la gente lo repite todo, no sea pavo 4º Como si fuera poco Vd., en vez de mandarme noticias, trata, según parece, en 5 carillas de enseñarme la filosofía de Sartre. ¡Jua, jua, jua! Lo de que el dolor o el placer cobran valor dentro de la perspectiva del existente, de su mundo, de su situación, de su finalidad, de su futuro, de su proyecto, esto lo sabe cualquier niño. Lo que no saben algunos adultos recién iniciados es que en Sartre (como en todo cartesianismo) el ser se funda en la conciencia, es decir, que si Vd. es consciente de este vaso, el vaso es (aunque no procuraría ni placer, ni dolor). Esto es lo que yo condeno, tarado, pues lo sé hondamente que la existencia no es una relación suelta, tranquila, sino una relación convulsa –y no una libertad (igual en que sentido) sino una tensión. Todas las estupideces de Sartre provienen del hecho que se relacionó con el dolor con una tranquilidad doctoral típica de los cartesianos. No comprendió ni el cuerpo, ni el dolor. Por lo tanto le sugiero Goma amistosamente que les diga a todos los amigos que lo considero a Vd. bastante tarado. Salú’ (...)”
En este gombrowiczidas nombré por sus apodos a un grupito de hombres de letras argentinos de la flor y nata.“Ya sabemos que los hombres de letras argentinos tienen una deriva que los reúne en un punto en el que se encuentran utilizando palabras parecidas. De acuerdo a las ideas que tienen el Asiriobabilónico Metafísico, el Pato Criollo y el Buey Corneta, para poner sólo unos ejemplos, Gombrowicz es un impostor”El Castor no pudo digerir estos inocentes apodos y quiso resolver el problema a su manera. Como si la publicación del dossier fuera un entidad de orden superior y todo lo demás fueran detalles, con sus dientes afilados me agarró como si fuese una ramita y corrió a terminar con sus labores.“(...) Publicaré las cartas y te agradezco muchísimo que me las hayas enviado. Pero este gombrowiczidas no me parece adecuado publicarlo en el dossier. No quisiera ofender a nadie de los escritores aunque sea con apodos (...)”Al Castor se le había ido la mano, se estaba comportando de una manera arrogante, pero se encontró con un tronco que no pudo roer.“(...) Sobre qué material mío vas a publicar nos tenemos que poner de acuerdo. Vos tenés una línea editorial que a lo mejor no le va bien mi estilo. Si no publicás tal como está el gombrowiczidas al que di en llamar “Bastante Tarado”, no te autorizo a que publiqués las copias de los dos originales de las dos cartas de Gombrowicz que te mandé (...)”Aquí se terminó todo, el dossier, la publicación de gombrowiczidas en Archivos del Sur y el contacto, recién unos meses después hicimos las paces.“Yo creo que ha llegado la hora de que hagamos las paces, vos te has portado bien conmigo así que no debo quedarme callado, te voy a decir un par de cosas.Soy una persona inteligente pero no soy una persona seria y tampoco soy muy respetuoso que digamos, por lo menos no soy serio y respetuoso como lo sos vos. Lamento que ése haya sido el motivo por el cual fracasó el armado de tu dossier sobre Gombrowicz, pero así es la vida.A mí me basta con que vos de vez en cuando leás uno que otro gombrowiczidas y disfrutés con la lectura de alguno de ellos, a escondidas siempre podés echarte una cana al aire”“Todo aclarado. Como no nos conocemos personalmente es más difícil la comunicación.Como vos decís, yo soy una persona respetuosa, trato de cumplir mis compromisos y cuando no puedo hacerlo, lo digo.Quedamos en paz (...)”

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