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jueves, febrero 28, 2008

Ivonne Moreno Uscanga: Encuentro Intencional



ENCUENTRO INTENCIONAL:
Juan Vicente Melo y Javier Casco López

Las citas o encuentros pactados suelen tener, desde horarios formales y tintes de cierta sobriedad. Pero cuando dichas reuniones implican, el diálogo o el posible acuerdo entre un escritor y un fotógrafo, las circunstancias son otras.
Creemos en la fotografía como registro, como testimonio y tal razón ha prevalecido en los anales, desde la aparición de la misma, no obstante hay un sinnúmero de razones para hacer o tomar fotografías a personajes de la literatura o del arte. Acaso ¿deberíamos distinguir entre personas comunes y los antes mencionados? La respuesta va más allá de una posee selectiva o soberbia. Descubrimos a través de un planteamiento fotográfico, detalles de las personas detrás de sus grafías o de su plástica. Esta mención particular viene por Melo, sí, por el singular escritor porteño, quien nos hizo vibrar a través de su narrativa, develando procesos psicológicos empalmados con su infancia y el mundo artístico de su tiempo. La Obediencia Nocturna corresponde a una de las novelas más significativas en la novelística del Siglo XX, particulariza a la Generación de la Ruptura: García Ponce, Inés Arredondo, José Emilio Pacheco y absuelve los atavismos de la conducta en relación al amor y a la soledad.
Javier Casco el fotógrafo, consciente de la personalidad de Melo, saca partido doble en cuanto a la luz: por un lado la de la técnica utilizada en la fotografía, donde una de las poses características de Melo, parecieran remontarnos a Faulkner, no sin soslayar el dejo de nostalgia por Cumbres Borrascosas o las cuitas por Lowry y por otro, el de su propia singularidad (Casco) para hacer retratos.
El encuentro resulta premeditado y lúdico. Se dan hora, tal vez una Hora Inmóvil, título de uno de los cuentos del pisciano y lugar (casa de Juan Vicente) dos ramas tendientes a decir y a desdecir lo establecido en los cánones de la narrativa y la fotografía, pues no se trata de una sesión cualquiera, es desde luego un apéndice de acervo visual y descriptivo.
Javier Casco logra cimientos en su búsqueda de fotógrafo y Melo, en una actitud casi de indeferencia hacia la toma, nos revela su condición de fabulador, o debíamos decir en palabras propias de eterno mitómano, ante lo difícil y no paradisíaco de la vida.
El encuentro entre Javier y Juan Vicente remite a las aguas de las fuentes de los Melos-tigres, de los Melos invocadores de noches alucinadas, las de Veracruz y las del Purgatorio por decirle de algún al cruento existir de los seres cuya sombra es el cenit de un espíritu inmortal.





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