Encuentra a tus autores aquí

domingo, noviembre 04, 2007

Lourdes Franyuti: Serrat vs Sabina




Dos pájaros de un tiro”. Bien elegido el nombre para un concierto de esta talla. Para los afortunados que asistimos y nos extasiamos con la música de estos dos cantautores, no podemos hacer otra cosa que transmitir, así sea brevemente, las emociones percibidas de tan grata experiencia.

Fecha: Miércoles 31 de octubre 2007. Lugar: Auditorio Nacional. México, D. F.
El reloj marca las veinte horas y treinta minutos. Las miles de almas que esperamos ansiosas el inicio del show, aclamamos a una vez, la presencia de estos personajes en el escenario, aplausos y silbidos, hasta que finalmente que las luces se apagan. Un estruendo en el corazón de todos los espectadores nos hace vibrar al escuchar la primera canción Hoy puede ser un gran día; se oyen los piropos, se lanzan besos de admiración y se levantan las bufandas recién adquiridas y que hacen alusión al Concierto.

El espectáculo ha comenzado, y los protagonistas se encargan de extraer desde lo más hondo de su ser, el repertorio de canciones. Los años ya han pasado por ellos; se les ve en el rostro, si bien su amor por la poesía no se arrugará, así pasen veinte años más. Después de cantar Aves de paso, Joan Manuel Serrat pregunta a su compañero:

“¿Crees que las musas tienen dueño?”.

Joaquín Sabina contesta: “No tienen dueño, nunca lo tendrán”.

Serrat le vuelve a preguntar con suma extrañeza: “¿Cómo es posible que las musas no tengan dueño si son la inspiración del poeta?”.

Sabina confirma su postura…

La discusión sigue; a Serrat no le queda más remedio que finalizar la charla enfatizándole a su gran amigo que, efectivamente, sus musas jamás tendrán dueño si toda su vida ha tenido que pagar para poder inspirarse: “El poeta les habla a las musas; tú les hablas a las putas”.

Risas y carcajadas se escuchan por doquier.

Entre verso y música, Serrat y Sabina intercambian letras y anécdotas, haciendo que el público ría, cante, baile dentro y fuera de sus asientos. Con sarcasmo, Joan Manuel Serrat comenta el sentir de Joaquín Sabina antes de hacer sus presentaciones: “Mi amigo llega hecho un guiñapo y se encierra en los camerinos. A medida que el show avanza y se va estremeciendo con los aplausos de todos ustedes, se engrandece y podemos decir que canta más o menos”.

El público lo celebra con gritos y carcajadas, haciendo que Serrat haga un alto. Continúa su plática, y ahora pide un favor a cualquiera de las parejas que allí se encuentran: “Si la noche se torna romántica y como resultado de ese romanticismo surge una semilla, y ésta a su vez germina, pasan nueve meses y de ese amor nace una nena, ¡por favor, bautícenla con el nombre de Joaquina!. Les aseguro que cantará como los mismos ángeles”.

La gente vuelve a emocionarse silbando y riendo.

Serrat espera a que se haga el silencio y sugiere: “No hagan caso, es mejor que la bauticen con el nombre de Penélope Lucía”.

A lo largo de dos horas ambos van cantando sus éxitos, entre otros Penélope, Mediterráneo, Fiesta, Contigo, Y sin embargo, A la orilla de la chimenea, Y nos dieron las diez, Pastillas para no soñar; ésta última a ritmo de bombo y platillo.

Es así como se despiden. Es sabia la frase que dice: “Por amor al arte”. No cabe duda que así pasen los años, el que hace su trabajo llevando como lema la frase citada, obtiene grandes resultados. La respuesta del público no se deja esperar: pide más, más y más. Serrat y Sabina vuelven al escenario tres veces, interpretando, por supuesto, las infalibles Cantares, La del pirata cojo y muchas más.

Una vez que las luces se encenden, los ríos de gente fluyen por todas las salidas llevando consigo el deleite de estos dos grandes poetas, confesándoles que uno se queda con la duda: Si me dan a elegir de entre todas las vidas, ¿elegiría la del pirata cojo?. Podría ser la vida más viable, ésa que nos conduce a la aventura. Pero, haciendo una buena conciencia y analizando lo que nos resta por vivir, podemos concluir que no hay camino, se hace camino al andar.

“Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar…”.

No hay comentarios.: