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sábado, agosto 04, 2007

Alberto José: La camaleonina o de cómo se hace política







Lo mejor será empezar por hacer memoria: recordemos un comercial de televisión, precisamente del IFE con relación a sacar nuestra credencial de elector. El comercial muestra la necesidad de contar con semejante identificación y el escenario, muy propicio, es un banco, en la fila hacia una caja más precisamente. Ahí podemos observar a un luchador que al llegar a realizar su trámite no cuenta con su credencial; él se hace llamar “El camaleón dorado” y la manera en que se identificará será aplicando su llave maestra: “la camaleonina”.
El comercial nos podrá parecer de lo más simpático -en lo personal así lo confieso-, sin embargo, revela más bien un síntoma de nuestra muy perjudicada democracia. Tomémonos un poco de tiempo para descifrar este mensaje en sus signos y a la luz de los hechos.








La contienda electoral en la zona Veracruz-Boca del Río, ha provocado –como es de esperarse- un desmembramiento del partido en el poder, cuyos integrantes han iniciado las precampañas. Los rumores sobre la candidatura de Francisco Ávila en Veracruz, por otra fuerza política no dejan de causar asombro, máxime que se trata de un panista de tendencia ultraderecha sumamente reconocida por su afiliación a los Caballeros de Colón –grupo católico con clara tendencia conservadora-. Pero lo sorprendente del asunto no es la ambición de un político que ha conocido la voluptuosidad del poder, sino que haya sido Convergencia por la Democracia el partido que haya invitado a Francisco Ávila a ser su candidato. Un partido que se auto define como centro-izquierda –en lo personal no sé que sea eso-.





Otro Ávila –Adrián-, surge como cabecilla de un “movimiento ciudadano” surgido sin ciudadanos y sin consulta popular; ex alcalde panista, conocido por su falta de sensibilidad política, ha intentado chupar del erario público pasando a los colores y tendencias contrarias, sin éxito alguno; eso sí, se presume que su apoyo se lo otorga una encuesta de la que se desconocen cifras y metodología. Y de igual manera, Convergencia por la Democracia –del cual Adrián Ávila sí es miembro- se encuentra dispuesta a “sumarse” a su candidatura.





Los Ávila, como el camaleón, cambian de color según sus intereses personales; como el camaleón dorado –el del comercial-, no cuentan con identificación, no tienen pues, principios éticos ni ideológicos claros, por lo cual están obligados a camuflagearse ante los electores, de quienes sólo quieren su voto sin importarles en lo más mínimo sus carencias, necesidades o incluso sus posibilidades reales de desarrollo. El partido que los invita a sumarse, de igual manera es convergente, es decir convenenciero, circunstancial; opera según converjan las situaciones a su favor. Ni suma ni invitación, lo que se ve a leguas es la gran falta de compromiso político, de principios éticos llevados a una praxis política; por el contrario, tanto en los partidos como en los candidatos se desborda el más espurio pragmatismo, sin el menor interés por la lucha política.
No nos engañemos, la lucha electoral es la que le preocupa a la burocracia partidista, a la que solemos llamar políticos, ésa es entre ellos y sus grupúsculos; la lucha real, la lucha política es entre los ciudadanos y la clase política que prorroga los derechos para mantener funcionando una maquinaria electorera que la justifique y la soporte. En esta lucha por validar nuestros derechos reales en democracia, la clase política de la zona Veracruz-Boca del Río lleva la ventaja sobre nosotros, los ciudadanos, pues parece que han aprendido a aplicar bastante bien “la camaleonina”: llave maestra de la hipocresía electoral que ayuda a encubrir y disfrazar motivos, intereses y personaje detrás de una fachada “política”.

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