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viernes, junio 01, 2007

Conde de Saint Germain: ¿De qué color es la fidelidad?



Conde de Saint Germain,

duque de Los Berros y barón rojo por conveniencia.

Estimada madame Caro Cruz de la Santa Veracruz:
La verdad que si no me recuerda que tengo que colaborar para esta página, no me hago responsable del envío pues mis insomnios constantes me han llevado a contagiarme de esa peste que en algún momento azotó a los nobles pobladores de Macondo y había entrado en la etapa del olvido de mis obligaciones.
Pero aquí me doy a la tarea de regresar al teclado para despotricar contra todo, como es mi sana costumbre.


Usted sabrá que viajo demasiado, por eso cuando cruzo en la carretera la frontera que señala “Bienvenido al estado de Veracruz”, me sorprende la publicidad desmedida de la administración actual identificada con el color rojo.
Vaya cosas de la vida, en los inicios del siglo XX, ser rojo era ser comunista, tal vez en la acepción más suave, socialista (obviemos el rosita del extinto Partido Popular Socialista de Vicente Lombardo Toledano). Atrás del rojo había una filosofía política en franca oposición al avasallamiento capitalista. Ser rojo en México era vivir en la clandestinidad, estar estigmatizado e identificado con la marginalidad y las frases dogmáticas de “el pueblo unido jamás será vencido”, “este puño sí se ve” o “no pasarán”, entre otras tantas nacidas en el fragor de las marchas en las calles o la oscuridad de la guerrilla.
Pero ahora Veracruz se tiñe de rojo como un sello de la fidelidad. Camisas rojas, chamarras rojas, vestidos rojos, bardas de rojo, taxis de rojo. Rojo que te manipulo rojo. Todo con exceso, nada con medida.
El rojo está identificado con el estado de Veracruz, tal vez más con el Puerto jarocho. Puede ser por la pasión, la actitud, el coraje, el calor. De ello se han encargado los equipos deportivos echados a la desgracia en las recientes décadas como el Águila roja, la histórica novena que no pasa de media tabla en la Liga Mexicana, y los Tiburones Rojos, arponeados por directivos y gobiernos para mantenerlos ahogados permanentemente en la amenaza de las aguas sucias del descenso. Esa zoología fantástica de color escarlata le ha dado cierta identidad a los veracruzanos.
¿Alguien se imaginaría a un priista de sus épocas de oro vestido de rojo? Nunca, hubiera sido confundido con un “temible” comunista. Ante la caída del PRI en las preferencias electorales, fraguada a pulso desde la administración de Salinas de Gortari, el marketing entra en juego para ganar la ilusión política. El más identificado con el color rojo fue Roberto Madrazo en la pasada campaña (aún no sé si continúe con su sonrisita escondido en algún lugar del planeta) para llevarlo a un estrepitoso tercer lugar. En campañas locales, el rojo ha sido usado con éxito en Sonora, Estado de México y Veracruz.
El uso y abuso de la propaganda y la publicidad en la política nos ha llevado a creer nuestro bienestar social gracias a que los medios de comunicación así lo pregonan hasta la saciedad. Ejemplos: Veracruz, el estado que lo tiene todo (incluyendo el municipio más pobre del país, claro); Veracruz, un gran estado (por supuesto, tiene 72 757 kilómetros cuadrados) y ahora Veracruz late con fuerza (y todo aquel que quiera recibir beneficios en su municipio, apoyo en su proyecto cultural o el donativo para la fiesta de quince años, por decir algo, tiene que llevarse la mano derecha a la altura de la tetilla izquierda, sonreír y repetir la frase. (Si porta camisa roja, mejor).

La ola roja se había tardado en Radio y Televisión de Veracruz, en cuanto al color, claro, porque en información el panegírico irremediablemente se centra en la imagen gubernamental.
Es innegable que al actual logotipo de RTV es mucho mejor que el anterior formado por unas ondas abstractas de colores. El actual es sencillo, un globito al estilo del cómic que da la idea del diálogo y la comunicación, con un toque leve de red en la parte superior izquierda y con letras livianas pero… ¡rojo!
La pantalla de la televisora estatal también se tiñe de rojo. Rojo por todos lados. En el noticiario la nota roja es la de las acciones del gobierno, por el color, no por los hechos policíacos cada vez en aumento. (Sólo por curiosidad cheque cuántas noticias inician con la frase: el gobernador del estado de Veracruz….)
Las acciones desmedidas del uso de la imagen como base del éxito político descuida la esencia de un proyecto de comunicación, en este caso. Vale la pena, por supuesto, hacer un análisis de la programación de TVMás y su variada propuesta, que ya se abordará en próximas entregas, pero da pena, en verdad, que un medio de comunicación público, sostenido con nuestros impuestos (no participamos como sociedad en el diseño del proyecto y deberíamos) abra las puertas a la pobreza musical de la chunchaca y lo peor de la música grupera, subgéneros musicales vociferados por Joe de Lara, el limitado conductor egresado de las filas de Televisa-Veracruz. Con ello, el proyecto de cultura y los esfuerzos que hacen muchos de los productores y conductores de TVMás por ofrecer una televisión digna, se ve manchado por la incoherencia. Y no tarda en aparecer un programa dedicado al jet set veracruzano que seguramente disfrutarán mucho los vapuleados habitantes de Zongolica, sin contar las pésimas copias de chavitos conductores que creen reproducir el estilo de MTV o Telehit.
Para no abusar del espacio aquí termino con la promesa de hacer comentarios más adelante sobre los programas de TVMás.
Camino y disfruto en el Parque Juárez de Xalapa sin dejar de sorprenderme por la fuerza de expresión y la belleza de las esculturas de Javier Marín. Reviso por todos lados y admiro la Cabeza roja de mujer. ¡Uff, que bueno! Aún no le descubren el color los publicistas del gobierno y no le han puesto la leyenda de late con fuerza.
Un abrazo

PD: como todo es susceptible de empeorar puede haber una plaga peor en las proximas elecciones: la manzana azul.

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