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martes, abril 24, 2007

Mary Carmen Gerardo: Adiós al amigo




Para Claudia
Quien fecunda el pasado y el presente
en un solo tiempo


La soledad y el pasado estaban llamando otra vez a su puerta, dos entes demasiado fuertes como para no hacerles caso.

Se aprieta el obturador y se posa para la foto con la misma intención que al hablar desaforadamente por teléfono, para desnudarnos, sabiendo de la angustia que habita en el pecho y sale con la voz normal de la cotidianidad.

“Hay que aprovechar el hecho de que ninguno de los dos tuvo sentimientos hacia el otro y separarse. Bueno con la amistad no losé, el tiempo, no sé”.

Fotos sin derecho, ¿cómo acabo la cámara en su bolsa?, no lo sabia, seguramente después de tomar el vaso con agua; un fin de semana y fue borrada la memoria y el portazo aseguro el enojo del no ser.

Son días extraños debe ser la semana santa, debió hacer caso del padre y no ingerir carne, es demasiado violencia, es el año del cerdo, le gusta la sangre tanto como la abundancia.

Todo empezó para ella en la reunión con una amiga de la infancia, desde el inicio Ángela se mostró a la defensiva, se convirtió en la niña de 10 años pidiendo atención. De lugares muy concretos salieron los dragones de la infancia, echaron fuego sobre las patatas fritas y los pies sin calcetines de sus hijos.

Ella no podía salir, los niños llevaban tiempo sin verse y se demuestran mucho cariño, es difícil ver a su primogénita sentir tanta afinidad, regularmente se fortalece en la soledad y esa lejanía que la hace tan atractiva y la ha llenado de amigos varones.

Así que se escucharon, se toleraron y con un beso de despedida la angustia cabalgo en el pecho de ella.

El trote le trajo el recuerdo que le había acompañado desde hace días , después de usar la cámara digital en ese viaje escolar tuvo la certeza de que El había guardado las fotos, que nunca fueron borradas y empezó a acumular coraje , que con el transcurso de los días y esa noche en especial eran furia.

“No sé en que estabas pensando al llamarme por teléfono, te escuche borracha, las fotos se borraron delante de ti, no se que pensabas al amenazarme, no me conoces”.

Pero si, ella conocía los miedos de aquel amigo capaz de huir en una boda porque sentía pánico, conocía al amigo adicto, con toda la inseguridad que el fracaso proporciona, al amante buscando la ternura negada, al afán de ser a través de las canciones no enseñadas.

“No confió en ti, me diste motivos para no hacerlo al preferir tus deseos e ignorar los míos, eres tu por encima de mi”. Al colgar el teléfono sabia que era el adiós, los placeres mas sublimes cuando son prohibidos tienen un precio.

Y ella lloro en semana santa sin evocar un rezo a Dios, ni solicitar el perdón pues no lo necesitaba, era sólo la tristeza.

Al otro día volvió a recuperar la alegría del paseo, la música, contemplar el mar desde el faro con sus ondas caprichosas por el viento, pero la angustia estaba anidada como una viuda y entonces al regresar a su casa, en la intimidad de su cuarto, vestida de rojo empezó a rezar, salio a la cocina y prendió la estufa, hizo un caldo de camarón y le puso jaiba, el olor del epazote con el marisco inundo las escaleras, todo se purificaba era jueves santo. Adiós amigo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

A la escritora le envío una felicitación por tan maravilloso cuento que se
refleja una de tantas caras que tiene el diamante de la amistad. Su pluma me hizo recordar los adiós que he dicho y me han dicho en esta vida...y hoy con el mismo aroma del caldo de camarón, bajo el calor de semana santa....hoy
también te digo adiós amigo.....

Saludos
jazmín Amador Barojas