El Rincón del librero (7)

Gabriel Orozco: Al encuentro de la creación.
Raúl Gómez Argüello

Quizá para mucha gente el nombre de Gabriel Orozco no diga nada o permanezca apenas asomado desde un oscuro rincón de la memoria. Lo cierto es que este veracruzano de cuarenta años es conocido en casi todo el mundo por ser uno de los artistas conceptuales de mayor proyección en el panorama del arte contemporáneo internacional.

Para hacernos testigo de su creación espontánea y, a veces compulsiva, Juan Carlos Martín nos lleva cámara en mano, a un ajetreado recorrido en el que acompañamos a Gabriel Orozco, lo mismo por las playas de Oaxaca que por las calles de Nueva York En su insaciable y selectiva búsqueda de objetos que esculpe y pule hasta convertirlos en arte.

Unas latas oxidadas, plastilina , las rejillas de una construcción, unas etiquetas de cerveza, desperdicio de un basurero que son escogidos y moldeados con el mismo divertimento que un niño hace un barco de papel o desarma un aparato para saber cómo funciona.

La creación como acto lúdico, alejado de academismos y de acartonamientos, hasta el extremo de colocar en la vitrina de un museo la simplicidad de una caja de zapatos vacía. Gabriel Orozco se nos revela como un mago que saca un centavo de detrás de nuestra oreja, que nos muestra lo cotidiano, lo de todos los días, pasado por el filtro de la escultura, de la fotografía, del collage, de la pintura de la instalación, generando siempre sorpresa en el espectador. Esta relación que se genera entre el objeto y el espectador es esencial para Gabriel Orozco y pareciera que de igual manera para Juan Carlos Martín ya que si algo logra con su trabajo es contagiar el interés que le generó el artista al que conoció desde niño y que acompañó a lo largo de año y medio (1999-2000) en su pepena de arte. En el documental, más allá de ser un simple seguidor de las huellas que el nómada Orozco va dejando por todo el mundo.

Juan Carlos Martín se vuelve su cómplice y establece un diálogo visual con su obra de una manera igualmente desenfadada e irreverente, en un collage de música, tomas y formatos abigarrados que evidencian su experiencia como director de videoclips y que dotan al documental de una agilidad que a veces se extraña en el género. Martín no sólo es un simple retratista, es capaz de condensar en su lente una atmósfera que nos invita al goce más que a la comprensión, de la creación de este artista que sentencia de manera categórica: el arte es un misterio. A pesar de esta incomprensión de sí mismo que el artista asume y expresa. Martín no deja de fuera las interpretaciones de los especialistas que buscan explicaciones y motivo donde sólo hay un arranque espontáneo y poético de invención o reinvención. Las divagaciones de un valemadrismo a flor de piel aflojan el corsé que la crítica le quiere poner y arremete diciendo: el estilo es un accidente, no se busca.

Las palabras de Orozco, entre cerveza y cerveza y meciéndose al ritmo perfecto de una hamaca, reflejan con humor a un ser ególatra que dice estar por encima de los demás, pero que al mismo tiempo no se toma demasiado en serio. Sin embargo, en su catálogo de obras igualmente encontramos piezas que rayan en la simplicidad absoluta –como el ejemplo de la caja de zapatos – y que levantan los comentarios más hostiles. Para ellos, Orozco tiene una respuesta “ sí , cualquiera pudo hacerlo, pero yo tuve los huevos. En realidad el secreto de su reconocimiento mundial no está del todo en aquello que sujetan sus calzoncillos, sino en no perder y ejercitar algo tan escaso y carcomido en la era digital .la capacidad de asombro, de asombrar e imaginar, cualidades que comparte sin duda alguna con el realizador del documental.

Gabriel Orozco. Director Juan Carlos Martín. Casa productora Videomax. Fecha de producción 2005.
DVD. Duración 78 minutos.
Ganador del Mayahuel de Oro como mejor película del año y mejor director en la XXVII Muestra de Cine en Guadalajara y exhibido recientemente dentro de la XL Muestra Internacional de Cine Documental. Gabriel Orozco, ópera prima de Juan Carlos Martín.