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miércoles, febrero 07, 2007

Nelson Rodríguez: Flor de obsesiones


Flor de obsesiones
Nelson Rodríguez
Traducción de Rafael Antúnez

La traducción es un oficio de cohetero si no se tiene, no sólo conocimiento de la lengua a trasladar, sino la sensibilidad e intuición poética y filosófica para hacer llegar al lector el pensamiento de otro, en lengua extranjera, a nosotros, como si nada hubiera cambiado. Gracias a Rafael Antúnez por poseer no sólo esas dos cualidades, sino la de la pasiòn para compartir lo que, de otra forma, jamás conoceríamos.
(I.G.)
El adulto no existe. El hombre es el niño perenne.

Soy un niño que ve el amor por el hueco de la cerradura. Nunca fui otra cosa. Nací niño, y he de morir niño. Y el hueco de la cerradura es, realmente, mi óptica de escritor. Soy (y siempre fui) un ángel pornográfico.

La soledad perfecta ha de tener por lo menos la presencia numerosa de un amigo real.

Amar es ser fiel a quien nos traiciona.

Toda autocrítica tiene la inmodestia de una necrología redactada por el propio difunto.

Aburrirse es la peor forma de la locura.

Hay una pareja peor que el odio, es la falta de amor.

Toda coherencia es, por lo menos, sospechosa.

Desconfíe de una esposa amable, de una esposa cordial, gentil. La virtud es triste, amarga y neurasténica.

La ecuación sexual sólo debería ser dada por un veterinario.

Yo, como artista, si tuviese que elegir un epitafio, optaría por el siguiente: «Aquí yace Nelson Rodrígues, asesinado por los imbéciles de ambos sexos».

No hay nadie más tonto que un izquierdista sincero. Él no sabe nada. Apenas acepta lo que media docena de imbéciles le hace decir.

Toda familia tiene un momento en que empieza a descomponerse. Puede ser la familia más decente, más digna del mundo. Un día aparece un tío pederasta, una hermana lesbiana, un padre ladrón, un cuñado loco. Todo al mismo tiempo.

La familia es el infierno de todos nosotros.

La fidelidad debería de ser facultativa.

Hoy, la primera noche es la centésima, la quincuagésima. El casamiento ya es una rutina antes de comenzar.

Amigos, es una verdad eterna: el pasado siempre tiene razón.

No te apresures a perdonar. La misericordia también corrompe.

El pobre, para sobrevivir, necesita de pornografía.

En el casamiento lo importante no es la esposa, es la suegra. Una esposa se limita a repetir las cualidades y los defectos de su propia madre.

El joven tiene todos los defectos del adulto, más uno: la inmadurez.

El hombre no nace para ser grande. Un mínimo de grandeza lo deshumaniza. Por ejemplo: un ministro. No es nada, dirán. Pero el hecho de ser ministro ya lo rellena. Es como si él tuviese algodón por dentro, y no entrañas vivas.

El artista tiene que ser genio para algunos e imbécil para otros. Si pudiese ser imbécil para todos, mejor todavía.

Toda mujer bonita lleva en sí, como una lesión en el alma, el resentimiento. Es una resentida contra sí misma.

La más tonta de todas las virtudes es la edad. ¿Qué significa tener quince, diecisiete, dieciocho, o veinte años? Hay putas, hay imbéciles, hay santos, hay genios de todas las edades.

Hay hombres que, por dinero, son capaces hasta de una buena acción.

El marido no debe saber o debe ser el último en saber. El marido no debe saber nunca.

El amigo es un momento de eternidad.

No admito censura, ni siquiera de Jesucristo.

Dios sólo frecuenta las iglesias vacías.

¿No ama a su marido? Pues ame a alguien, y ya. No pierda tiempo, ¡señora mía!

Todo tímido es candidato a un crimen sexual.

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